Cuando el dolor se hace visible: la autolesión y el grito silenciado
Mariana tenía 16 años cuando descubrió que el dolor físico podía silenciar, aunque fuera por un instante, el ruido en su cabeza. Al principio, eran pequeños rasguños en la muñeca, un leve ardor que la hacía sentir presente en su propio cuerpo. Con el tiempo, las mangas largas se convirtieron en su armadura. Sabía que no era la solución, pero tampoco...