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El efecto de las emociones puede ser tanto beneficioso como perjudicial. Todo depende del tipo de emoción que sea. Se dice que el amor y los buenos vínculos afectivos, por ejemplo, contribuyen a la salud cardiovascular

Consejos para aprender a evitar los efectos del estrés y la mala salud emocional

Escrito por Adriana Ramirez en .

El estrés y, en general, la mala salud emocional pueden perjudicar el organismo, las relaciones, el desempeño y hasta la vida misma, pues, entre otras consecuencias, puede llevar a la muerte o a la discapacidad.

Cuando la persona no es capaz de manejar el estrés, la ira, la tristeza, los celos, los impulsos, el rencor, la frustración, la violencia, los nervios, etc., resulta afectada tanto mental como físicamente y eso puede ocurrir, ya sea en el momento, ya sea tiempo después, como una bola de nieve que va creciendo en la medida en que se hace cada vez más grande.

Lee nuestro artículo El impacto de la mala salud emocional en el organismo:

Así, la persona puede, en lo que respecta a la salud mental, atravesar por casos de, por ejemplo, depresión o de ansiedad, que son consideradas una de las principales condiciones de salud mental en el mundo hoy en día y una de las principales causas de discapacidad, y estos casos, a su vez, impactan la salud en general.

En cuanto a los efectos físicos, el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos (NIMH, por sus siglas en inglés) dijo que la depresión, específicamente, tiende a aumentar las probabilidades de que una persona sufra algún tipo de enfermedad crónica o viceversa. 

Por ejemplo, están los casos de las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, el cáncer, el mal de Alzheimer y de Parkinson, la esclerosis múltiple, los accidentes cerebrovasculares, etc., los cuales, según cada tipo de afección, repercuten en la salud del individuo, sus emociones, actividad cognitiva, conductas y hasta en la independencia que pueda tener.

También se dice que el mal manejo de los emociones y, por consiguiente, su impacto en el cuerpo se puede notar en casos como el aumento de la tensión, los dolores de espalda, estomacales, de muelas o de piernas; los cambios de apetito o de sueño, la presión arterial alta, las palpitaciones, los desvanecimientos, los problemas sexuales y el deterioro del sistema inmunitario, lo que hace que el organismo sea más proclive a enfermedades.

Por eso, es imposible desligar la salud física de la salud mental, por más que no siempre se tenga plena conciencia de la relación que hay entre ambas y de la importancia que cobra el buen manejo de las emociones, sobre todo en esta época en la que la población mundial está expuesta a mucha presión por factores personales, familiares, laborales, económicos…

Sin embargo, la psiquiatra Montserrat Dolz señaló en una entrevista de la plataforma Aprendemos Juntos que, con respecto a la ansiedad, esta es, primero, normal (cuando no se convierte en una condición propia de salud mental), puesto que es una reacción a una situación de la que esperamos algo o que nos impulsa a actuar, ya que puede ser un reto en la vida. 

En segundo lugar, agregó que es imposible vivir siempre en un estado de felicidad permanente. Es decir, como seres humanos es normal que atravesemos por situaciones de tristeza, soledad, rabia, temor, etc., pero también es necesario dar y proveer estrategias de afrontamiento adecuadas para hacerles frente a las situaciones.

“La ansiedad es normal. Es decir, es un mecanismo fisiológico que nos ayuda y hace que nos adaptemos a una situación que es nueva, que podemos considerar peligrosa o que es un reto. Por tanto, la ansiedad nos ayuda en muchas cosas y, por tanto, forma parte de la vida cotidiana. (…) Cuando nos pasan cosas, lo normal es que nos afecte. Si no, no estaríamos vivos. Si tenemos un disgusto, si tenemos una contrariedad (…) lo normal es que eso te afecte y que no estés contento. Y no estar contento no es un problema, no es grave. Hemos perdido un poco la medida de las cosas, a veces. Hay como una dificultad general por tolerar las emociones complejas. (…) Hemos educado mucho en el bienestar, que está muy bien, pero es que el bienestar es lo que llega cuando eres capaz de tolerar y manejar el malestar porque si no solo podemos estar permanentemente en un estado de bienestar continuado, [que] (…) acaba generando patología porque no estamos dando estrategias de afrontamiento correctas, que son las que nos permiten tolerar todo lo que sucede”, afirmó.

Por otro lado, una persona que ame la vida, que se sienta orgullosa de sí misma por sus logros; que acepte, tolere y respete las diferencias de los demás y que se cuide, tiene parte del camino ganado, pero eso no quiere decir que siempre sepa manejar las emociones. Quizás hay ciertas situaciones, como las crisis económicas, que pueden serle difíciles de afrontar y siempre caiga en el mismo tema, lo que tampoco va a ayudar a gestionar bien las emociones porque va a estar constantemente lidiando con el problema pero sin poder solucionarlo.

Lo mismo puede ocurrir con alumnos y profesores entre los cuales haya diferencias por actitudes y comportamientos que conduzcan al irrespeto, la falta de ética, la rebeldía, las imposiciones, los castigos o hasta las agresiones; adultos mayores que se sientan solos, abandonados, dependientes y menos útiles, lo que los pueden llevar a no conseguir la forma de superar las dificultades y ver los últimos años de su vida con poca esperanza.  

Por eso, y con el objetivo siempre presente de brindar las mejores herramientas para un mejor manejo de las emociones, recomendamos:

  • Mantén la calma en los momentos de estrés. Pese a que no siempre sea sencillo estar calmado, pues todo depende también de cada situación, su magnitud, consecuencias y duración, es muy importante mantenerse tranquilo en la medida de lo posible. De este modo, se podrá pensar mejor, cuidar el organismo, comunicarse con mayor propiedad, sin enojo, y tomar decisiones tanto acertadas como analizadas.
  • Piensa antes de actuar. A veces actuamos sin pensar bien en las consecuencias o sin siquiera analizar la situación que estemos enfrentando. Pero actuar sin pensar puede llevar a que hiramos o lesionemos a otra persona; a causar daños económicos o judiciales, o hasta provocarle algún problema físico a alguien, tal es el caso de un infarto.

Cuando somos presas del impulso, el enojo y hasta de la venganza, podemos toparnos con represalias o lastimar sin necesidad.

  • No te enfoques en los momentos del pasado que te causaron malestar. ¿Para qué vivir pensando en el pasado, atado a momentos, comentarios o actitudes desagradables que causaron enojo, irritación, humillación, indignación o hasta tristeza, y que lo único que va a generar es molestia? 

Cada ser humano es único y no siempre todos están en la capacidad de ponerse en el lugar del otro, lo que se conoce como empatía. Tampoco siempre todos los seres humanos están en la capacidad de entender, adaptarse y ayudar al prójimo según sus necesidades. No siempre tampoco se tiene la madurez suficiente para hacerlo y, en cambio, a veces también abundan los prejuicios, el estigma, los estereotipos y la desinformación que hacen que se caiga en el rechazo, la burla, el ataque y la discriminación. 

Pero ¿para qué entonces aferrarse a situaciones que no llenan, sino que más bien pueden llevar al rencor, el resentimiento, la vergüenza, la inseguridad, la afectación de la autoestima y hasta a las separaciones?  

  • Concéntrate en tus deberes y dales fuerza tanto a tus sueños como a tus logros. Para tratar de apaciguar el malestar emocional, y para cumplir también con los deberes, es recomendable, pues, concentrarse en ir haciendo de la mejor manera posible, y con responsabilidad, cada tarea que esté pendiente. 

Para ello, se procura no dejar que se acumulen las asignaciones, para evitar precisamente el estrés y poder descansar, pero si el retraso de las actividades llegara a suceder, lo mejor es ponerse manos a la obra y cumplir. 

Sin embargo, cuando se necesita ayuda en el caso de la concentración y la atención, es mejor acudir a ciertas recomendaciones, por ejemplo, evitar los distractores, como los juegos electrónicos, el celular, las redes sociales o la televisión; estar en un sitio tranquilo, y planificar las actividades, o acudir a especialistas y técnicas determinadas para brindar asistencia a quien la necesite. 

Por otra parte, siempre es aconsejable pensar y darles fuerza a los sueños, ya que por ellos actuamos, y concretarlos, pero también pensar en los logros y en el esfuerzo que se hizo para conseguirlos.

  • Haz aquello que sí puedas. En esta época de la multitarea nos afanamos por hacer más de lo que podemos y eso genera estrés. Al final, se termina cansado mental y físicamente, además de que se puede caer en el sedentarismo y la mala alimentación, una de las principales causas también de enfermedades crónicas o que se puedan prevenir.

Cuando aceptamos más actividades de las que realmente podemos realizar a cabalidad, terminamos por no cumplir bien siquiera con una de ellas y eso también acarrea problemas.

  • Toma en cuenta tus necesidades, pero también las de los demás. Todos tenemos necesidades físicas, mentales, emocionales o de aprendizaje, que conllevan un tratamiento especial para responder eficientemente y no generar más estrés. 

De ahí que debamos saber qué necesidades tienen los que están a nuestro alrededor, adaptarnos a ellas y, así, contribuir a su bienestar. Si una persona con discapacidad física necesita ayuda para agarrar objetos que estén en sitios altos, hay que asistirlo con respeto y consideración. Si una persona tiene alguna dificultad para aprender, hay que saber cómo ayudarlo y cuánto tiempo requiere, por ejemplo, para hacer un examen en el que pueda salir bien.

Por eso, todos, desde padres y hermanos hasta maestros, personal sanitario, psicólogos, funcionarios, transportistas, etc., tienen un papel que desempeñar en este sentido.

  • Háblale a tu médico de los síntomas que tienes. Cuando vayas al médico, cuéntale cuáles son los síntomas que has tenido últimamente, en especial cuando se han presentado durante, o tiempo después de un momento de tensión, estrés o crisis. Préstale atención a lo que te dice tu cuerpo y tu mente, es decir, usa la plena conciencia de las reacciones que vives, anótalas, intenta calmarte, y cuando vayas al especialista, dile lo que has sentido. Puede que algún problema actual tenga relación con el mal manejo de las emociones.
  • Aliméntate equilibradamente y ejercítate. Los alimentos, la salud mental y la salud física están intrínsecamente relacionados. Los alimentos nutren, fortalecen y permiten mantenerse sano, activo, productivo, concentrado, con buen ánimo y con un sistema inmunitario fuerte, que es fundamental para evitar, sobrellevar o recuperarse de enfermedades. 

No obstante, los problemas alimentarios, que son una condición de salud mental, pueden conducir al deterioro del organismo, afecciones y hasta la muerte. De ahí que sea tan importante comer bien, y ejercitarse con regularidad, dado que el ejercicio físico contribuye a mantener el buen humor, drenar las angustias, la rabia, el miedo, la tensión, etc., mantener el peso, concentrarse, descansar y relacionarse.

Sin embargo, el deporte, cuando está mal encauzado, también puede ser nocivo para la salud, la persona y el entorno. La presión excesiva por conseguir resultados, los maltratos por parte de entrenadores, el abuso físico o psicológico que viven atletas y el no comer para no subir de peso pueden lesionar la estabilidad emocional del individuo y conllevar daños físicos y psicológicos, incluyendo traumas.

  • Evita las adiccionesLas adicciones pueden ser vistas como una vía de escape o de desahogo de malestares emocionales, pero más allá de que sean una “solución inmediata”, pueden acarrear serias consecuencias físicas, mentales, familiares, económicas y hasta judiciales.
  • Relájate. Esto es clave para la buena salud emocional. Para la relajación, se recomiendan actividades como la meditación, el yoga, el taichí, y todas aquellas que te gusten: cocinar, pintar, bailar, coser, diseñar, escribir, leer, cantar… Toma tiempo para ti mismo y disfruta.
  • Descansar. ¿Y quién no se levanta de buen humor después de haber dormido lo suficiente y profundamente? El descanso, el sueño, son básicos para la reposición de las energías que se han gastado durante el día, la concentración, el manejo del estrés, el rendimiento y la buena salud en general.
  • Relaciónate. Las relaciones desempeñan un papel esencial en el cuidado de la salud mental, mas las relaciones que nutren, que de verdad satisfacen, son las que más llenan.
  • Sé optimista. Tener una visión positiva de la vida, por más difícil que pueda parecer en algún momento el poder conseguir las metas o siquiera mantenerse, es crucial para avanzar y obtener buenos resultados. 

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