¿Salud mental? Más allá de estigmas, etiquetas y tendencias.
Escrito por Francisco Daniel Holguín Morrillo
Me describo como un profesional con gran capacidad de aprendizaje y aplicación de conocimientos; graduado en la Universidad Técnica de Ambato, en la carrera de Psicología Clínica. Mis practicas pre-profesionales fueron en diversos lugares como centros de salud, centro de rehabilitación social y consultorios privados. Trabaje en el Registro Social, Centro de Bienestar Personal y actualmente brindando intervenciones a domicilio, además de comerciante. Los diversos empleos me han permitido conocer mis falencias, límites, y lo valioso de continuar actualizando mis conocimientos en base a la necesidad de los pacientes.
El bienestar social, emocional y psicológico son los pilares de la salud mental; los cuales están en constante cambio debido a las diversas situaciones de la vida cotidiana. Muchas personas consideran que el equilibrio psíquico carece de importancia, y por el contrario se llegan a generar creencias o ideas erróneas sobre el significado de la misma.
Tener salud mental es como buscar un tesoro sin mapa; vivir una odisea. Algunos caen en trampas de quienes les ofrecen tesoros falsos, otros lo intentan por si mismos e incluso varios avanzan a paso de tortuga. Es el tesoro que muchos se niegan a creer que existe y optan por mofarse de aquellos que guardan la esperanza de conseguirlo.
Aristóteles decía que somos seres sociales por naturaleza; por tanto, nos adaptamos a subsistir dentro de un sistema social; sin embargo, debido a varios factores como la falta de desarrollo de habilidades comunicativas o la variedad de pensamiento; no siempre nos relacionamos de la forma más adecuada; por lo que, el bienestar psiquíco puede resultar afectado, si no se cuenta con la correcta orientación y herramientas para afrontar los conflictos.
La individualidad es observable en muchas ocasiones; por ejemplo, cuando alguien llega a considerar que un objeto es de color azul, y otra persona piensa que el mismo objeto, tiene un tono celeste. Inicialmente no hay nada de malo en la variedad de pensamiento porque nos permite generar lluvia de ideas o fomentar la creatividad; la dificultad se presenta cuando se intenta sobreponer las creencias, ideales o suposiciones; sin respetar la particularidad del otro; llevando a discusiones donde se podrían manifestar actos violentos o sentimientos negativos alterando el bienestar social.
Indudablemente las emociones son cambiantes; en un momento podemos estar felices, pero si recibimos un estímulo que percibimos como desagradable, nuestro estado puede pasar a tristeza. Bajo esta consigna, probablemente se manifiesten situaciones que pueden perturbar el equilibrio emocional, por ejemplo; al experimentar una ruptura amorosa, problemas familiares, dificultades con el círculo social o alteraciones en la autopercepción.
Existen muchas alteraciones mentales que pueden llegar a ser perjudiciales para quien la padece, además de repercutir en los de su entorno; aun así, en pleno siglo XXI; 22 años después, se sigue manteniendo la idea de que buscar ayuda para sentirse mejor solo es para personas “locas”; sin duda, se evidencia mayor aceptación para alteraciones comunes como la ansiedad, estrés o depresión, pero tampoco se libran en su totalidad de ser estigmatizadas.
Las redes sociales son medios actuales para dar a conocer sobre la salud mental, pero también pueden ser un arma de “doble filo”; ya que, aunque sirve para entretenimiento, es usada para realizar comentarios de cualquier índole, sin importar si está bien o mal, si perjudica a los demás o si el comentario que se aporta no tiene fundamento. La problemática radica cuando una opinión negativa, es aceptada como un hecho verídico; es así, que si alguien opina que la salud mental solo es para “débiles”, cabe la posibilidad que una persona lo crea, cerrando la apertura para que mejore su estado actual o busque la manera de sentirse más a gusto consigo mismo.
“El conocimiento es poder”; tomando esta frase como verdadera, la desinformación es uno de sus peores enemigos; hablar de salud mental ya no es un “tabú”, pero el interés personal incentiva a que la información brindada no sea certera e incluso llega a ser escasa, libre a interpretaciones frágiles; es así, que en ocasiones se pueden escuchar a personas decir abiertamente que tienen un problema de depresión debido a cierta circunstancia, cuando realmente es un estado de tristeza natural, ante los estímulos que está recibiendo en dicho momento.
Actualmente se cuenta con varias herramientas para mejorar nuestra salud mental, y al ser una necesidad; algunos optan por aprovechar la situación ofreciendo intervenciones con resultados milagrosos que permiten arreglar todos los problemas en unas cuantas horas. Lo que realmente se obtiene, es un estado de bienestar momentáneo que se realiza con el afán de lucrar sin importar si el individuo perjudicado aprendió a cómo manejar conflictos para futuras situaciones.
Las experiencias adquiridas a través de los años reciben una interpretación personal, modificando la manera de percibir las situaciones, y la forma de afrontarlas; debido a esto, muchos se sienten con la capacidad de resolver conflictos sin la necesidad de pedir ayuda o compartir sus sentimientos con los demás, dándoles la confianza para “presumir” orgullosamente como desde pequeños fueron capaces de manejar complejas adversidades; sin notar, que probablemente cierran el espacio para generar confianza y la posibilidad de encontrar mejores soluciones.
El cambio es lo único inalterable; las generaciones avanzan al igual que las ideas varían; lo que en años pasados se consideraba correcto, hoy es mal visto por la sociedad; en ese sentido, se debe tomar en cuenta que la percepción de salud mental, también está cambiando. Todavía se puede apreciar comentarios de quienes piensan, que al haber sido criados con golpes y gritos, ahora son “buenas personas”; y por ende, se debería mantener este tipo de crianza con la descendencia actual. No aceptan que hay muchas consecuencias o no pueden identificar sus propias falencias, cuando en evidencia se observa problemas de expresión de emociones, conflictos para conservar relaciones sociales sanas o conductas pasivo agresiva; las mismas son resultados de un bienestar psíquico deficiente, pero al no ser percibidas como un problema grave, se cae en el error de pensar que “y nada nos pasó”.
Se podría decir que el área de psicología es la encargada principalmente de fomentar la salud mental por medio de la promoción, psicoeducación, o también como parte de las terapias que brindan a la sociedad; a pesar de ello, los avances dependen 70% de la persona en si misma; de lo mucho que avance y de cómo identifica los retrocesos en su etapa de cambio; de su disciplina con la terapia y sobretodo de su manera de procesar toda la información.
Puede que parezca que la salud mental no es muy valiosa si la comparamos con la condición física del cuerpo; en ocasiones, aunque una persona este triste, consigue asistir a su trabajo; si no logra tener buenas relaciones en su entorno social, igual cumple con su responsabilidad académica y aun cuando esté pasando por estados depresivos, se presenta ante todos con una sonrisa; desde esta perspectiva, a pesar de que alguien siga desenvolviéndose en estas circunstancias en su ambiente, cabe la pregunta ¿hasta cuándo podrá soportarlo? Los procesos mentales son necesarios para ejecutar nuestras tareas diarias, pero si se ven perjudicados por situaciones como las descritas, en algún momento el sujeto en cuestión, podría cometer errores que le lleven a contraer quejas; en otras palabras, problemas con su entorno. Tanto el estado físico y el bienestar psíquico son necesarias para un óptimo desenvolvimiento de las áreas de desarrollo personal.
Pueden decir que la salud mental no es fundamental; pero es necesaria para nuestra subsistencia; la ausencia de la misma, tendría repercusiones significativas en la sociedad, debido a que sin individuos que puedan manejar dificultades, tendríamos sujetos que solo causarían problemas. La capacidad de percibir una situación, procesar la información, evitar que altere de manera extrema las emociones y tomar la decisión más certera de cómo reaccionar; es el camino a un buen bienestar psíquico.
¿Cómo tener buena salud mental? Por medio de la práctica de virtudes, por ejemplo; la generosidad, prudencia, gratitud, perseverancia; al igual que el uso de capacidades y habilidades como la empatía, meditación, escucha activa, paciencia; son muchas cualidades en forma general que permiten llegar a un estado de bienestar. Pareciera ser cierto el dicho que “al que obra bien no siempre le va bien”; aun así, sin duda se presentara la satisfacción de haber realizado buenas acciones, el gusto de experimentar un conflicto con terceras personas y no permitir que eso altere la tranquilidad y sobre todo la necesidad de saber lo crucial que es el estar sereno para ayudar a los demás a sentirse mejor.
En conclusión, la salud mental es el oro en bruto cubierto de lodo que se debe buscar, limpiar, y moldear acorde a las necesidades; recordando el compromiso de pulirlo ocasionalmente para que conserve su brillo; muchos se esforzaran por arrebatar dicho tesoro, pero depende exclusivamente de cada persona si permite que esto ocurra. La vida es maravillosa porque se disfruta en todas sus etapas, y para los individuos que logran conseguir este tesoro, no solo tendrán la capacidad de discernir que les conviene o que les perjudica, también contaran con la madurez de entender que no pueden manejar todo su entorno; que aunque vivimos en sociedad, continuamente se podrá mantener la individualidad, buscando lo que consideramos la felicidad. El recorrido del tiempo no se detiene, las enfermedades siempre van a existir, las personas son pasajeras; y solo dentro de cada uno está la posibilidad de mirar de manera positiva todos los pasos que se han dado; caminando hacia un mañana mejor con buena salud mental.
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