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Las empresas deben velar por la salud mental de sus empleados, en general, y en particular, por la de los trabajadores con problemas de salud mental preexistentes a fin de que puedan integrarse a equipos inclusivos, tolerantes, donde demuestren sus habilidades, destrezas y capacidades

¡Salud mental y empleo, aliados en la vida!

Escrito por Adriana Ramirez en .

La salud mental y el empleo van de la mano, son aliados en la vida. Actualmente, cuando los hombres y las mujeres tienden a trabajar, se requieren condiciones acordes con las necesidades de los empleados a fin de garantizar su seguridad y crecimiento. 

Es natural que cuando terminemos la educación secundaria, queramos ir a la universidad y ejercer nuestras carreras. Sin embargo, puede ser que esa no sea precisamente nuestra meta. Quizás más bien aspiramos a abrir nuestra propia empresa o a trabajar por nuestra cuenta. Incluso, puede darse el caso de que, por alguna razón, se deba laborar más pronto de lo previsto.

De cualquier modo, es natural y aconsejable que todos tengamos sueños y expectativas acerca de nuestro presente y futuro. 

El buen empleo, pues, influye positivamente en la salud mental del trabajador. Las razones y los beneficios son varios: permite crecer laboral y económicamente; cubrir las necesidades básicas; tener capacidad de ahorro; construir relaciones positivas y duraderas; desempeñarse y crecer en un ambiente seguro, y aumentar la autoestima, lo que también se verá reflejado en la convivencia familiar.

Sin embargo, ¿qué pasa cuando la relación entre la salud mental y el empleo no es la más recomendable? ¿Qué sucede cuando trabajamos en un sitio inseguro e insalubre? ¿Con poca ventilación e iluminación? ¿Sin agua? ¿Qué pasa cuando no se respetan los horarios o estos son muy rígidos, se sobreexcede la carga de trabajo, hay mucha rotación de personal o se carece de protección social?  ¿Qué podemos hacer ante el empleo precario y los riesgos de accidentes o muertes laborales?

Lea nuestro artículo Depresión y ansiedad en el ámbito laboral, en general, y en el sanitario, en particular: claves para protegernos

Ante situaciones de ese tipo, el empleado se siente inseguro, temeroso, estresado, con poca autoestima, irritable… Todo ello también puede repercutir o conllevar ansiedad y depresión. Y, claro está, puede perjudicar la salud física de la persona.

Efectos adversos en la salud 

De acuerdo con el artículo Crisis económica, políticas, desempleo y salud (mental), de Antonio Espino Granado, se ha vinculado la precariedad laboral con un deterioro en el estado de ánimo y, por ende, con más riesgos de siniestros laborales.

“Se ha asociado la precariedad laboral con un aumento del nerviosismo y la ansiedad, miedo, sufrimiento, depresión y pérdida de la sociabilidad y las relaciones de amistad. También con un mayor riesgo de fatiga crónica, de padecimientos crónico-degenerativos y cardiovasculares (infarto, hipertensión y diabetes), de intoxicación, de tumores y mayor siniestralidad laboral”, dijo.    

Así como el trabajo precario, el desempleo también trae graves consecuencias. Entre las personas más afectadas por este problema sobresalen los jóvenes, los adultos mayores, las mujeres, las personas con discapacidad, las personas con problemas de salud mental, los inmigrantes y los refugiados.

 “Se han descrito múltiples riesgos sobre la salud de las personas: aumento de la mortalidad general y por causa cardiovascular ―con aumento de las tasas de hipertensión e hipercolesterolemia―, de las enfermedades crónicas, de la mortalidad en la infancia y de distintos padecimientos físicos (cefaleas y migrañas, enfermedad de Crohn). También se han descrito, junto a una percepción más negativa de la propia salud, el aumento de conductas de riesgo en relación con la duración del desempleo: tabaquismo, obesidad y sobrepeso, consumo de alcohol y otras drogas, sedentarismo y menos consumo de frutas y verduras. Y en relación con la salud psíquica del sujeto, cuadros ansioso-depresivos de carácter reactivo, abuso de alcohol y otras sustancias, tabaquismo, distintos síntomas psicológicos y psicosomáticos en adultos jóvenes, trastornos del sueño, sentimientos de culpa, conflictos familiares, violencia doméstica e intentos de suicidio”, agregó.


El teletrabajo, modalidad que ha cobrado auge hoy en día por la COVID-19, ha incidido en una sobredemanda de las capacidades y tiempo de los teletrabajadores / Crédito: Freepik

Empleo y COVID-19

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicó recientemente su último informe sobre las consecuencias de la COVID-19 en el ámbito laboral durante 2020, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la pandemia en marzo.

El texto advirtió, no obstante, que la economía se recuperará durante este año, pero con algunas particularidades. Aunque el mercado de trabajo empieza a mostrar signos de recuperación, esta será lenta, desigual e incierta si los progresos iniciales no se basan en políticas orientadas hacia las personas. 

La situación se debe a que los efectos nocivos en 2020 se tradujeron en pérdida de horas, producción y empleos. 

“A lo largo del pasado año la cantidad de horas de trabajo se redujo en un 8,8% (con respecto al cuarto trimestre de 20219), equivalentes a 255 millones de empleos a tiempo completo. Esta pérdida es aproximadamente cuatro veces mayor que la que provocó la crisis financiera mundial de 2009”, señaló.

Entre los más afectados están las mujeres en comparación con los hombres: su tasa de ocupación disminuyó 5% con respecto al 3,9% de la de estos. Ello, pese a la carga que llevan en el hogar, sobre todo por los hijos y cuando tienen que mantenerlos solas o cuidar a otras personas.

“En particular, las mujeres tienen muchas más probabilidades que los hombres de salir del mercado de trabajo y de dejar de formar parte de la fuerza de trabajo”, afirmó.


Las mujeres, que deben llevar a cuestas el deber de mantener las casas y sacar adelante a sus hijos, ocupan una tasa de ocupación menor que los hombres / Crédito: Freepik

A su vez, mencionó que los jóvenes también se vieron especialmente perjudicados por el desempleo; el no poder trabajar debido a las restricciones impuestas por la pandemia; es decir, confinamientos y falta de transporte, o porque no buscaron más empleo, y la incorporación tardía a la fuerza de trabajo.

“Las tasas de ocupación de los jóvenes (de 15 a 24 años) disminuyó en 8,7% frente al 3,7% en el caso de los adultos”, acotó.

No obstante, se espera una recuperación relativamente fuerte en el segundo semestre de 2021, una vez que los programas de vacunación contra el nuevo coronavirus empiecen a dar resultados.

Cabe destacar, asimismo, que la pandemia incidió aún más en la ya precaria situación de la salud mental en el mundo: los países tienden a destinar tan solo el 2% de sus presupuestos de salud al ámbito de la salud mental y menos de la mitad de estos dicen que sus políticas en dicha materia se ajustan a las convenciones de derechos humanos.

Lea nuestro artículo Depresión y ansiedad durante la pandemia de la COVID-19

Situación de las personas con problemas de salud mental y su relación con el empleo

La revista Observatorio de Recursos Humanos, de España, publicó en 2020 que las personas con problemas de salud mental constituyen uno de los grupos más afectados a causa de la falta de recursos y medidas para procurar, por ejemplo, una vida independiente. Esta falla implica la violación de sus derechos al trabajo, los somete a la marginalidad y al mismo empeoramiento de su salud mental.

Para hacer tal afirmación, se basan en los resultados del Informe sobre el estado de los derechos de salud mental en 2019, que publica cada año el movimiento asociativo Salud Mental España.

El texto aborda, entre otros aspectos, el incumplimiento de la Convención Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad en lo referente al derecho al trabajo, la educación, la salud, la igualdad de oportunidades y la no discriminación, la libertad y seguridad de las personas, etc.

En este sentido, agregó que, partiendo de los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), “la tasa de empleo de las personas con trastorno mental es la más baja entre todos los tipos de discapacidad. En 2018 fue del 17,6%, 0,4 puntos menos que en 2017”.


Captura de pantalla tomada de la página de la Confederación Salud Mental España

Nel González Zapico, presidente de la Confederación Salud Mental España, acotó que todas las personas con trastornos de salud mental son tan valiosas como las que carecen de ellos y que solo se requieren oportunidades para demostrarlo.

 “En el camino hacia su recuperación, las personas con problemas de salud mental encuentran numerosas barreras, basadas en prejuicios y falsos mitos. Un problema de salud no nos define como persona, es solo una circunstancia más en nuestra vida y las personas con problemas de salud mental, igual que cualquier otra persona, tienen habilidades, capacidades y destrezas. Muchas veces lo único que les falta es la oportunidad para poder demostrarlas”, reflexionó. 

Por esta razón, el Observatorio de Recursos Humanos acotó que el informe hizo un llamado a que se impulsen políticas que contribuyan a la transición del empleo protegido al empleo ordinario; también, que haya una mayor inversión en educación y sensibilización de los empresarios en tanto inclusión laboral como en la creación de ambientes de trabajo óptimos.

“Un problema de salud no nos define como persona, es solo una circunstancia más en nuestra vida y las personas con problemas de salud mental, igual que cualquier otra persona, tienen habilidades, capacidades y destrezas. Muchas veces lo único que les falta es la oportunidad para poder demostrarlas”

Nel González Zapico, presidente de la Confederación Salud Mental España

En Ecuador, por su parte, se anunció la creación de la primera Red Ecuatoriana de Empresas Solidarias (Redes). Esta fue presentada recientemente por el Consejo Nacional para la Igualdad de las Discapacidades (Conadis), la Federación de Ecuatorianos con Discapacidad Física (Fenedif) y el Ministerio del Trabajo.

Redes está formada por 28 empresas y su objetivo es fomentar una cultura empresarial que apoye la inclusión y diversidad laboral; es decir, más oportunidades para todos. 

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