Andrea Bocelli, entre la libertad, la luz y la cima
“Yo amo el mar. Me encanta su belleza y sus misterios. Es un lugar para la libertad y de un silencio increíble. El mar siempre ha cautivado a las personas, ha inspirado coraje y sed de conocimiento. El mar es un paraíso en el que es más fácil entender que la vida es un regalo asombroso y sería un sacrilegio desperdiciar siquiera un solo momento”.
La libertad, eso es el mar para Andrea Bocelli.
Libertad, derecho fundamental para cualquier ser humano…
El mar… hogar, refugio de parientes y amigos…
El mar… lugar de sueños, de aprendizaje, con un piano a bordo…
…lugar de tranquilidad…
Eso… eso y más significa para él, para Bocelli, el paraíso azul, de agua y sal… la inmensidad… para un Bocelli que se ha consagrado ante el mundo como uno de los principales tenores italianos de la actualidad.
Pese a haber tenido ceguera parcial desde que nació y luego ceguera total desde la adolescencia, los focos de los escenarios, los focos de los ojos del público, y las estrellas lo han iluminado, lo han acompañado, y él a los demás con su voz y talento… y por medio del desarrollo del sentido de la audición.
Nacido el 22 de septiembre de 1958 en el pueblo de Lajatico, de Pisa, en el oeste del país con forma de bota, el mismo país en el que flota Venecia y el de la torre que casi se está cayendo siempre, es más que un tenor lírico. Es músico, es escritor, es productor musical y voz de discos con canciones clásicas, románticas y pop que se han oído a escala mundial.
Vivo por ella, Con te partirò, Il Mare Calmo della Sera, Per amore, Tiempo de decir adiós (Time to Say Goodbay), Somos novios, The Prayer…
Estas figuran entre sus muchas y variadas canciones, canciones que ha interpretado en algunos casos con otras grandes estrellas que brillan con luz propia. Así, entre ellas, se encuentran la española Marta Sánchez, la inglesa Sara Brightman, la canadiense Céline Dion, el mexicano Armando Manzanero y el también italiano Luciano Pavarotti.
Y abogado.
También es abogado.
Un hombre de Derecho.
“El mar es el lugar en el que me puedo relajar y recargar. A veces estudio (tengo un piano en mi barco). Me encanta pasar el mayor tiempo posible en el agua con mi familia y amigos cercanos.
Un barco se parece mucho a un hogar: refleja la personalidad de sus propietarios. Llamé al mío Libertas, que significa libertad en latín, para recordarles a todos (y a mí mismo) lo crucial que es la libertad para todos”.
La libertad… los caballos, la luz, la cima
“En primer lugar, los caballos significan libertad para mí. Son los compañeros perfectos para un contacto directo y genuino con la naturaleza. Admiro su inteligencia, su destreza atlética, su capacidad para mostrar afecto, su capacidad para entender las emociones y el estado de ánimo del jinete.
El último deseo de mi abuelo Alcide fue darme un caballo. A pocos días después de su muerte, mi padre cumplió su deseo y me dio a Stella, mi primer caballito. Yo tenía diez años y fue amor a primera vista”.
El mar…
La música…
Los caballos. La terquedad. El empeño. Un sueño.
Stella.
“Cuando era un niño, mi caballo era mi bicicleta, y después, cuando crecí, mi caballo era mi motocicleta… Siempre han sido parte de mi vida. He domesticado caballos desde que era un niño. En ese entonces, debido a mi inexperiencia, a veces me desbancaba, pero era terco y, finalmente, lo superé y logré las metas que me había fijado”.
Bocelli, quien el día de Pascua de 2020 dio un concierto que lo vieron más de 33 millones de personas en todo el mundo por Internet, un concierto que se hizo en la vacía catedral de Milán y cuyo fin fue transmitir un mensaje de esperanza por lo que ha significado la COVID-19 para el planeta, nació con un glaucoma congénito que le causó ceguera parcial. Sin embargo, cuando tenía 12 años de edad terminó de perder la vista por un golpe que recibió en un partido de fútbol.
Pese a que los médicos les advirtieron a sus padres que el futuro Andrea nacería con una discapacidad y, por ello, les sugirieron que abortaran, su madre se opuso y lo ayudó, así, a ver la luz.
La que sería su primera luz en la vida.
El gran gesto, pues, ha sido motivo de ejemplo para el artista, quien es católico y un opositor del aborto.
En la medida en que fue creciendo, la discapacidad visual no se transformó en un obstáculo. Todo lo contrario. Impulsado por su habilidad e inspiración, aprendió distintos instrumentos. Por eso, además del piano, toca otros tantos como el arpa, la flauta y el saxofón.
La audición, el poder de la audición.
“Su pasión por la música se despertó en él cuando tenía tres años y quedó fascinado por la ópera que escuchaba un paciente ruso en una habitación cercana a la suya en una clínica de Turín ―contó el diario El País, de España―. Siempre se empeñó en llevar una vida normal. Practica equitación desde pequeño y en sus orígenes actuó en locales nocturnos para pagar las clases de canto que recibía del tenor Franco Corelli, mientras compaginaba la música con sus estudios de Derecho. Con 14 años ganó un concurso de jóvenes talentos”.
Pero el camino hacia la cima no fue tan sencillo, tal como suele ocurrir en tantos otros casos. Tuvo sus subidas y sus bajadas, sus partes empedradas, escarpadas, y sus caídas, mas valió la pena.
Aun cuando afrontó el rechazo de críticos musicales y de productores que no lo consideraban idóneo para la ópera, se superó. Así que, como parte de una carrera ascendente, ya en 1994 ganó el Festival de la Canción de San Remo, se ha presentado en escenarios que brillan desde Asia hasta América Latina, ha ganado numerosos premios, entre ellos, el World Music Awards; tiene una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood por su contribución al teatro en vivo y ha escrito un libro autobiográfico que lleva por título La música del silencio, sobre el que también se basó una película homónima que dirigió Michael Radford y que retrata su vida.
Lea nuestro artículo Vincent van Gogh, un genio del arte:
La familia, siempre la familia
Así como hemos dicho en otras entregas de perfiles de Vincent van Gogh y de Michael Phelps, que se han publicado en Superar Centro Integral de Psicología, la familia cobra un papel trascendental en el desarrollo de cada uno de sus miembros.
En el caso del pintor neerlandés, su hermano menor Theo siempre lo apoyó económicamente, permitiéndole, así, poder dedicarse por completo al arte, y en el caso del nadador olímpico Phelps, su madre, Deborah S. Phelps, fue clave en que recibiera la educación que necesitaba y en el control de la hiperactividad mediante el deporte.
De este modo, Bocelli, receptor del amor y del empuje de su propio núcleo, también es aliento para los suyos.
A su vez, y como padre de tres hijos, Amos, Matteo y Virginia, da unas pinceladas de cada uno en su página web oficial.
Amos, además de saber tocar el piano, es ingeniero espacial. Aun así, acompañó a su padre al piano en el Festival de San Remo de 2013 que se transmitió por televisión en vivo y en directo ante millones de espectadores.
Matteo, por su parte, sigue sus pasos de músico. Habiendo estudiado piano, ahora está aprendiendo a desempeñarse en el mundo de la ópera, en su mismo mundo. No obstante, Bocelli advierte que se requiere más que solo planificación para poder triunfar y recorrer, así, su propio camino mediante el desarrollo de sus habilidades y talento.
“Matteo vive y respira música. Mientras estaba en la escuela secundaria, estudió piano en el conservatorio local (donde actualmente estudia canto de ópera). Parece inclinado a seguir los pasos de su padre, aunque una carrera artística depende de muchos factores, que pueden ser complicados y difíciles de entender. Se necesita algo más que planificar para lograrlo. Pero un buen comienzo es un buen augurio”, señaló.
Virginia es la hija más pequeña, lo que le ha permitido ya a los 62 años de edad, según dijo, ser un padre menos ansioso, más fuerte y más capaz de guardar cada momento con sus hijos.
“Creo que volver a ser padre ahora que soy un hombre maduro me ayudó a ser menos ansioso, más fuerte, más capaz de atesorar cada momento con mis hijos mientras crecen junto a mí todos los días”, afirmó.
Finalmente, Bocelli creó la fundación que lleva su mismo nombre y con la que aspira a ayudar a personas que están atravesando por alguna enfermedad, la pobreza o la marginación social para que puedan superar las barreras y desarrollar plenamente su propio potencial.
Recibir y dar.
Recibir, dar y retribuir.
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