La ansiedad, aunque un estado mental común, se debe tratar
Todos podemos sentir ansiedad ante situaciones como un examen, una reunión de trabajo, alguna presentación en público e incluso ante la inminencia de la guerra, etc., pero el trastorno de ansiedad es un caso diferente y, como tal, debe ser entendido y tratado.
El objetivo, ante todo, es brindarle calidad de vida a la persona que atraviesa cualquier tipo de trastorno de ansiedad y que, así, pueda afrontarlo, evitar complicaciones, relacionarse con normalidad y disfrutar.
¿Qué es entonces la ansiedad y cómo nos puede afectar?
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), los trastornos por depresión y ansiedad son problemas comunes de salud mental. En el caso específico de la ansiedad, más de 260 millones de personas lo viven a escala mundial.
La guía Trastornos de ansiedad y estrés, de José Ignacio Pastrana Jiménez, apuntó que para 2009, año de su publicación, se calculaba que alrededor de 1 de cada 5 personas, es decir, 18%, consultaría al médico a lo largo de un año por algún tipo de trastorno de ansiedad, cuyos síntomas principales son el miedo y la inseguridad, y se puede presentar a cualquier edad, puede haber varios trastornos de ansiedad juntos, a veces esta surge de una enfermedad como las afecciones cardiacas, la diabetes, el hipotiroidismo, o puede ser un efecto secundario de medicamentos.
Enlace de la guía Trastornos de ansiedad y estrés
Advirtió que si las enfermedades secundarias al estrés y la ansiedad no se tratan, pueden hacerse crónicas y empeorar.
La ansiedad, de reacción normal a la cronicidad
Aunque la ansiedad es una reacción humana normal que afecta a la mente y al cuerpo ante una situación que puede, por ejemplo, implicar peligro o miedo, se manifiesta de varias maneras.
“Cuando el cuerpo y la mente reaccionan al peligro o la amenaza, una persona siente sensaciones físicas de ansiedad: cosas como la aceleración del ritmo cardiaco y respiratorio, tensión muscular, las palmas de las manos que sudan, un malestar en el estómago y temblor en las manos y las piernas. (…) Todo el mundo experimenta sentimientos de ansiedad de vez en cuando. La ansiedad puede describirse como un sentimiento de inquietud, nerviosismo, preocupación, temor o pánico por lo que está a punto de ocurrir o puede ocurrir”, acotó, por su parte, el Teens Health, de Estados Unidos.
Mientras que la ansiedad, en general, nos pone alerta y nos puede ayudar a prepararnos para responder ante alguna situación determinada, demasiada ansiedad nos puede limitar y cohibir.
Así, los trastornos de ansiedad son, primero, problemas de salud mental comunes; segundo, se vinculan con la ansiedad, el miedo, el nerviosismo, la preocupación o el terror; tercero, aunque hay diferentes tipos de trastornos de ansiedad, comparten un rasgo en común: la ansiedad es muy frecuente y demasiado fuerte, desproporcionada con respecto a la situación real del momento y perjudica la vida de la persona, pues afecta sus actividades habituales, relaciones y reacciones. También, por supuesto, su salud física como el que presente problemas gastrointestinales y el que se le dificulte dormir y concentrarse.
Recuerda: el tratamiento especializado y a tiempo puede evitar complicaciones como la depresión, considerada la principal causa de discapacidad en el mundo, y la aparición de otros trastornos. También, los problemas en el colegio, la universidad, el trabajo, en la casa, en la calle… el aislamiento y el consumo de sustancias tóxicas. A su vez, puede evitar la mala calidad de vida y hasta el suicidio.
Tipos, síntomas y factores de riesgo de los trastornos de ansiedad
Hay diferentes tipos de trastornos de ansiedad. De acuerdo con la guía Trastornos de ansiedad y estrés, estos son los siguientes:
Fobias simples: se caracteriza por un miedo muy agudo e irracional hacia una situación que, de por sí, no implica amenaza. De hecho, la persona evita exponerse ante dicha situación o estímulo, que pueden ser las arañas, los perros, las alturas, los ascensores, los túneles, los lugares cerrados o concurridos, los aviones y conducir.
“En caso de no poder evitarlo, es frecuente la aparición de síntomas físicos como temblor, sensación de falta de aire, palpitaciones y sudoración, puestos en marcha por el sistema nervioso vegetativo, y que en ocasiones pueden dar lugar a crisis de angustia”, señaló.
Estas fobias son consideradas el trastorno de ansiedad más frecuente y su incidencia anual es de 8,6%. Se da el doble en mujeres que en hombres, tiende a empezar en la infancia o en la adolescencia y dentro de la misma familia.
Fobia social: quienes sufren de fobia social sienten un miedo muy agudo, continuo y crónico a ser vistos o juzgados por otros, por lo que les pueden resultar muy incómodas situaciones como hablar en público, comer, beber, escribir delante de los demás, socializar. Ocurre incluso que la ansiedad no solo se presente en el momento, sino que empiece horas o días antes y que siga días después. La situación puede llegar a afectar la actividad laboral, estudiantil y las relaciones de la persona con los demás.
“Es muy frecuente la presencia de síntomas físicos propios de ansiedad, como sensación de falta de aire, palpitaciones, sudoración profusa, temblor, náuseas y dificultad para hablar. Aproximadamente el 7% de la población presenta fobia social. Los primeros síntomas aparecen en la infancia y la base genética parece estar clara. Cuanto más tardíamente se diagnostica la enfermedad, es frecuente que se encuentre asociada a trastornos de ansiedad y a depresión. El abuso de sedantes o de otras sustancias tóxicas debe ser tenido en cuenta y descartado”, dijo.
Por otro lado, está el mutismo selectivo, que lleva a que los niños y los adolescentes sientan tanto miedo que los inhibe a hablar en ciertas situaciones.
Trastorno de estrés postraumático (TEPT): aparece después de situaciones dramáticas en las que ha habido un daño físico de consideración o la amenaza de uno como tal. Los accidentes, los actos terroristas, las guerras, los secuestros, las torturas, las violaciones, los desastres naturales, etc., están entre las causas más comunes de los traumas, y los provocados de manera intencional acarrean más patología. Tanto la víctima directa como su entorno pueden padecer estrés postraumático.
Las personas con este problema tienden a tener dificultad para relacionarse afectivamente, sobre todo con los más cercanos, dejan de gustarles aquellas actividades que más les agradaban, se muestran irritables y hasta violentos.
“Afortunadamente se calcula que solo 1 de cada 3 personas expuestas a trauma severo desarrollarán TEPT (…) (A su vez), se considera que el 3,5% de los adultos padecen TEPT, pero no hay que olvidar que esta enfermedad, al igual que los traumas, aparece en todas las edades. La proporción de varones afectos frente a mujeres suele ser similar porque si bien las mujeres suelen ser más sensibles a desarrollar patologías después de los traumas, el género masculino tiende a estar más expuesto a padecer traumas”, indicó.
Trastorno de ansiedad generalizada (TAG): quienes tienen este tipo de trastorno suelen estar tensos y muy preocupados a lo largo del día, pese a que no exista nada lo suficientemente importante que lo justifique.
Dichas preocupaciones anticipan el desastre, y la persona afronta problemas para relajarse, descansar; se fatiga, tiene dolores de cabeza, contracturas y tensión muscular fuertes, y síntomas inespecíficos de tipo digestivo, cardiaco o respiratorio pero que carecen de relación con enfermedades.
Trastorno de angustia/trastorno de pánico: se caracteriza por crisis de pánico repentinas, que comprenden un miedo intenso y síntomas físicos como palpitaciones, falta de aire, temblor, piloerección, sudoración y a veces la pérdida de conocimiento.
“Esta enfermedad, que afecta al doble de mujeres que de varones, la presenta el 2,7% de la población adulta. La primera crisis es típica al final de la adolescencia o del adulto joven. (…) Los estudios genéticos señalan la posibilidad de que esta enfermedad se pueda heredar”, apuntó.
Trastorno obsesivo compulsivo (TOC): es la confluencia de obsesiones, esto es, pensamientos constantes, y de compulsiones, actos o rituales que ayudan a controlar la ansiedad a causa de las obsesiones. Hay diferentes tipos de estas. Por ejemplo, están las de la limpieza, las del orden, las de la seguridad. Así, la persona puede perder mucho tiempo limpiando repetidamente u ordenando, alineando, clasificando, contando, verificando, corrigiendo objetos; evitando situaciones que le generen miedo a “contaminarse” con gérmenes o catástrofes.
Se calcula que una de cada 100 personas tiene esta enfermedad y es indistinta en cualquiera de los dos sexos. Por lo general, comienza en la adolescencia o al principio de la juventud; sin embargo, 1 de cada 3 casos manifiesta síntomas en la infancia. De acuerdo con estudios, estos casos son más frecuentes en la misma familia.
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