El síndrome del burnout, un problema por evitar
Tener trabajo y hacer lo que a uno le gusta es una dicha. Sin embargo, cuando las funciones no están claras, los horarios son muy largos, los plazos de entrega son muy exigentes o hay sobrecarga de trabajo, el ambiente y la seguridad no son óptimos, las labores son rutinarias o la remuneración es muy baja, la dicha se convierte en desdicha y en problemas que repercuten en el ánimo y en la salud física y mental del empleado. También, por supuesto, en la producción y calidad del producto o servicio de la empresa y, por consiguiente, en el ánimo y la salud del empleador.
De ahí que también surja lo que se conoce como síndrome de burnout, el cual recibe otros nombres como síndrome del desgaste profesional o síndrome del trabajador quemado.
Dicho problema, que está relacionado con el estrés crónico en el trabajo, ha cobrado tanta importancia hoy en día que en mayo de 2019 se publicó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo incluiría en la próxima clasificación de enfermedades en 2022, indicó el diario digital El Confidencial, de España.
Puntualizó que, aun cuando ya estaba en el catálogo de 1990, ahora estará vinculado al empleo específicamente, pues antes estaba relacionado de una manera genérica a “problemas que tenían que ver con la dificultad en el control de la vida”.
Así, menciona tres síntomas reconocibles del síndrome de burnout: agotamiento o falta de energía, “distanciamiento mental” con respecto al trabajo y merma en la eficiencia laboral.
“No en vano el estrés laboral está considerado el segundo problema de salud laboral más frecuente de Europa. Su magnitud es tal que se le atribuyen entre el 50% y el 60% de los días que se pierden en el trabajo, aunque normalmente no surge por sí solo, sino que se relaciona con la precariedad (72%), la excesiva carga de trabajo (66%) o el acoso laboral (59%). Eurostat señala, también, que durante un periodo de nueve años el 28% de los trabajadores europeos se ha sentido expuesto a riesgos psicosociales que afectan a su bienestar mental”, indicó.
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El diario agregó que el psicólogo de origen alemán Herbert Freudenberger fue uno de los primeros especialistas en definir dicho síndrome al ver que al cabo de un periodo de uno a tres años más o menos muchos de sus pacientes presentaban un progresivo deterioro de su energía, motivación e interés por el trabajo. Esta situación ocurría hasta llegar a un estado de agotamiento, síntomas de ansiedad y depresión.
“El tipo de empleo que tenían todos ellos se caracterizaba por carecer de horario fijo, contar con un número de horas muy alto, tener un salario muy escaso y un contexto social muy exigente”, señaló.
A su vez, mencionó que luego de la definición inicial de dicho síndrome, las psicólogas Christina Maslach y Susana Jackson reformaron la descripción de este y hablaron de tres dimensiones: la del agotamiento emocional, la de la despersonalización (esto se puede entender como la separación o el distanciamiento con respecto a los compañeros y al trabajo en sí; la apatía y falta de involucramiento emocional y mental en las tareas) y la de la poca realización personal.
Con el fin de medir si una persona presenta el síndrome de burnout, se puede usar el cuestionario Maslach Burnout Inventor. Este aborda los sentimientos y las actitudes del empleado, y hacia los alumnos, en el caso de los profesores, por ejemplo, y su objetivo es evaluar el desgaste profesional y tanto la frecuencia como la intensidad con la que se presenta.
El burnout, pues, lleva a un estado de infelicidad, frustración, agotamiento, irritabilidad, decepción, aburrimiento y estancamiento, que, aunado con los problemas propios de cada persona, además de los problemas del país, incrementa la insatisfacción personal, pero también los conflictos con los compañeros y jefes, la familia, el entorno, y los problemas de salud.
Consecuencias del síndrome de burnout
Las consecuencias del burnout se pueden ver tanto en los trabajos presenciales como en los trabajos a distancia, también llamados teletrabajo. En este último, debido, sobre todo, al sobreexceso de labores, los horarios ilimitados, la falta de compatibilidad entre la vida personal, familiar y laboral, la falta de insumos de protección contra el nuevo coronavirus o de equipos de trabajo apropiados, incluyendo sillas adecuadas y computadoras, las sobreexigencias de jefes, los bajos sueldos y las reducciones salariales, las suspensiones por tiempo indefinido o los despidos durante estos días de COVID-19.
El síndrome de burnout, que implica agotamiento físico y psíquico, se presenta, según el portal argentino Proyecto Salud, en las personas autoexigentes, perfeccionistas, que dan de más y para las que el trabajo es pilar en sus vidas, pero que también repercute en las de otros.
“El agotamiento es físico y psíquico, significa estar o sentirse quemado, agotado, sobrecargado, exhausto, el cuerpo está literalmente quemado. No es estrés común, sino laboral y crónico: la persona lleva años, semanas o días en los que viene afectado por el cansancio y se deja estar, se automedica y cae en el síndrome cuando el estrés se hace crónico. Esta afección se presenta en personas autoexigentes y perfeccionistas, tienen dificultades para delegar, concentradas en su rendimiento y superación profesional, olvidan sus necesidades básicas. Este mal afecta, sobre todo, a aquellos cuyo trabajo tiene una repercusión directa sobre la vida de otras personas. Es frecuente encontrarlo en profesionales relacionados con la medicina”, dijo.
De este modo, las consecuencias de dicho problema también se pueden ver mediante la fatiga, las fluctuaciones en el estado de ánimo, la desesperación, la agitación, el aislamiento, el miedo, los problemas para dormir, los dolores frecuentes de cabeza y de espalda, los problemas digestivos, los problemas sexuales y el mismo estrés.
Asimismo, están los casos de poca tolerancia a la crítica, rebeldía, agresividad, rabia, ira, presentismo (menos productividad), absentismo, abandono del trabajo y hasta cinismo. Puede ser que, incluso, el empleado se dé cuenta de malas prácticas dentro de la empresa y que empiece por rechazarla o por no dar lo mejor de sí.
Pero el síndrome de burnout no solo se da por la empresa en sí, sino también por rasgos de la personalidad del mismo trabajador. Es decir, aspectos como su capacidad de aguante y de tolerancia a la crítica, el estrés y la frustración puede incidir en que pueda sobrellevar o no la situación.
La psicóloga Fátima Izquierdo Botica, agregó, por su parte, que el estrés laboral también se ve, entre otros factores, mediante el aumento del ritmo cardiaco, de la presión sanguínea y de la tensión muscular; la sudoración; la poca atención, los olvidos, el deterioro de la capacidad para resolver problemas y para aprender, y tanto en un mayor consumo de cigarros, alcohol y de otras drogas como en un mayor riesgo de cometer errores.
Para la especialista, las personas que corren un mayor riesgo de padecer estrés laboral son aquellas que se caracterizan por ser empáticas, sensibles, idealistas, generosas, obsesivas, muy dedicadas a su trabajo, proclives a las enfermedades coronarias y a las alteraciones cardiovasculares. También, porque tienden a identificarse mucho con los demás.
Medidas para evitar el síndrome de burnout y el estrés laboral
Superar Centro Integral de Psicología, que cuenta con psicólogos en Quito, Ecuador, pone a tu disposición y el de tu empresa las evaluaciones que lleva a cabo en el ámbito empresarial.
Estas abarcan planes de prevención e intervención a través de procesos de psicoeducación, evaluación, diagnóstico y tratamiento, conferencias y talleres en dicho sector.
Con esto se aspira a prevenir o a tratar y superar riesgos psicosociales como el estrés o la depresión en el empleado, el burnout, el boreout (aburrimiento crónico en el trabajo, falta de retos e interés), violencia laboral y mobbing (acoso laboral), y conflictos familiares que puedan repercutir en el bienestar y en el rendimiento de este.
El diagnóstico, la intervención y el tratamiento individual o grupal, de manera completa, profunda, profesional y a tiempo, pueden evitar la progresión de daños y sus consecuencias.
Por eso, hacemos evaluaciones emocionales y de personalidad (abordamos a la organización y lo referente con el empleado en sí y su entorno), evaluaciones laborales y riesgos psicosociales, y evaluaciones de alteraciones de salud psicológica en el ámbito laboral.
También ponemos a tu disposición nuestro programa para empresas, que comprende, entre otras áreas, el Programa para la Inclusión Laboral de las Personas con Discapacidad, el Programa de Entrenamiento para la Atención Plena y los Talleres de Desarrollo Humano y Organizacional.
Por otra parte, hacemos las siguientes recomendaciones, con el objetivo de procurar una vida laboral más plena y satisfactoria:
- Sé excelente en tu trabajo, pero vive. Es decir, administra mejor el tiempo y rinde, pero piensa en ti, en tu vida y en los tuyos.
- Especialízate, mantente activo en las capacitaciones, de manera que también puedas aportar en conocimientos y en nuevos modos de trabajar y de obtener resultados. Eso también te abrirá nuevas oportunidades y podrás conocer a otras personas que servirán de contactos para otras actividades.
- Haz una cosa a la vez.
- Tranquilízate. Cuando te sientas ansioso, estresado, piensa en el cambio de tu estado de ánimo y respira, relájate.
- Come en el horario que está estipulado para ello. No te saltes las comidas ni te alimentes mal. Tampoco comas en tu puesto de trabajo ni con premura. Vela por la digestión y el reposo.
- Toma agua.
- Párate, camina, relaciónate cada cierto tiempo. Comparte.
- Si eres jefe, dale tiempo a tu personal. No lo agobies. Confía en ellos, en sus capacidades, aunque estén trabajando a distancia. Concéntrate en proyectos, uno a la vez, y evalúa los resultados pero de manera objetiva, racional y realista.
- Respeta el tiempo que le dedicas a tu familia.
- No te lleves el trabajo a la casa.
- No te trasnoches trabajando.
- Ejercítate.
- Medita.
- Disfruta lo que haces y descubre lo mejor de tus compañeros. Valóralos.
Factores y riesgos psicosociales en el trabajo
Para tener presente qué son los factores y los riesgos psicosociales en el trabajo, a fin de que manejemos una mejor noción de cuáles deberían ser las condiciones más optimas en los empleos, sepamos que los primeros, si son positivos, benefician al empleado y a la empresa, pero si son negativos conllevan el deterioro de la salud y de la productividad, producción y rendimiento de la persona y de la organización.
En este sentido, los factores psicosociales en el trabajo son las condiciones que están relacionadas con este y que comprenden aspectos como la seguridad, calidad y salubridad de las instalaciones; el contenido de las labores, su realización, seguridad y ética; la organización en sí, la supervisión-participación, la autonomía temporal, etc.
Como ya se dijo, cuando estos son positivos se traducen en una mayor motivación, productividad y apego del trabajador a la empresa. Sin embargo, cuando son negativos se convierten en lo que se conoce como riesgos psicosociales, que llevan al estrés, al absentismo, al presentismo, a un mayor riesgo de accidentes laborales y averías, a una mayor rotación del personal, a una mayor propensión a cometer errores, a consecuencias legales, etc.
Un ejemplo de ello se puede ver en instalaciones inseguras, con poca higiene, ventilación o agua; explotación, acoso laboral, maltrato, poca o nula consonancia entre la imagen de la empresa y su proceder, o en los despidos injustificados.
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