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La psicoeducación se puede usar en diferentes situaciones, tales como el TDAH, el trastorno bipolar y las adicciones

¿Qué es la psicoeducación?

Escrito por Adriana Ramirez en .

La información veraz y completa, que provenga de fuentes confiables, es esencial para entender diferentes temas y eso es así en todas las áreas del saber, incluyendo a la psicología, por supuesto. 

Una información bien corroborada y explicada nos permite hacernos una idea tanto precisa como cabal de un asunto determinado, profundizar, comparar, organizarnos, tomar medidas y prever futuras situaciones. 

Cuando, por el contrario, estamos desinformados, reina la desorientación y el malestar. Este problema da pie a la especulación; al miedo y al estrés por la incertidumbre de no saber con precisión qué esperar; a la difusión de información falsa y a un mal conocimiento de la situación que estemos abordando o viviendo.

Por eso, la psicoeducación, vista como una herramienta informativa importante en la psicología, nos lleva tanto a dar a conocer de manera clara y sencilla como a informarnos con más propiedad sobre los aspectos relacionados con los problemas de salud mental, que son tan relevantes como los de salud física y que requieren desestigmatización.

La razón estriba en que el estigma impide que la persona y su familia pidan ayuda especializada cuando la necesitan. Esto, a su vez, agrava y alarga el problema que estén atravesando.

De este modo, especialistas como los psicólogos, psicopedagogos, neuropsicólogos, etcétera, cuentan con una herramienta útil, la psicoeducación, para explicar de manera didáctica e ilustrativa asuntos que pueden llegar a ser complejos para los demás y que pueden afectar la calidad de vida de un individuo y su entorno.

¿Qué se entiende por psicoeducación?

La Fundación Cantabria Ayuda al Déficit de Atención e Hiperactividad (Fundación Cadah) señaló, partiendo de autores, que el abordaje psicoeducacional es uno de los tratamientos no farmacológicos que han sido eficientes en el tratamiento de las personas (y también para sus familias) que presentan el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). 

“La psicoeducación consiste en un abordaje que enseña al afectado y su familia en qué consiste el trastorno, qué características tiene y qué se puede hacer para mejorarlo”, explicó.

En el caso específico del TDAH, considerado un trastorno cerebral, que puede comprender, en algunos casos, déficit de atención, concentración y dificultad para completar los deberes; en otros, conductas hiperactivas e impulsivas, y en otros, déficit de atención, hiperactividad e impulsividad juntos, la Fundación Cadah agregó que la psicoeducación, como paso previo o integrante de la intervención psicológica, orienta sobre varios aspectos que son importantes.

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Por ejemplo, enseña acerca de los mecanismos que originan y mantienen las diferentes conductas y respuestas de la persona, y le permite reinterpretar los síntomas mediante explicaciones veraces, que se basen, además, en fuentes y resultados médicos y científicos.

Igualmente, se ocupa de los pensamientos y mitos sobre el problema, y lo plantea partiendo desde una perspectiva real y manejable.

“La psicoeducación es, por tanto, el paso previo a cualquier tratamiento o intervención terapéutica, donde se asientan las bases y se establece la línea de salida, es decir, el lugar donde el sujeto y su familia van a partir para alcanzar las metas terapéuticas, personales, familiares y de futuro”, acotó.    

Por otro lado, Julia Uliaque Moll, psicóloga forense y sanitaria, agregó que la psicoeducación también se entiende en ocasiones como toda la información técnica que se pueda ir explicando en la terapia y que se considere que es necesaria para la mejora de la persona.

“La psicoeducación consiste en la explicación por parte del psicólogo encargado del tratamiento de distintos constructos y variables que explican el problema del paciente o grupo de pacientes. En general, se explica en qué consiste el trastorno (aunque en muchos no es necesario etiquetar el problema como ‘trastorno’ de cara al paciente, sino explicar las características del mismo para que él o ella lo entiendan y puedan afrontarlo de forma más adaptativa), cómo afecta el trastorno a la vida del paciente, síntomas frecuentes, qué tratamientos existen, qué se puede hacer para mejorar, etcétera”, dijo.

La psicoeducación se tiende a usar en la mayoría de los problemas de salud mental y, de forma muy amplia, entre los especialistas en trastornos de ansiedad,  trastorno bipolar, trastorno por estrés postraumático, duelo patológico, trastornos alimentarios, disfunciones sexuales, adicciones y problemas de autoestima.

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A su vez, es muy importante agregar que el especialista debe usar ―a fin de lograr buenos resultados― un lenguaje sencillo y adaptado a las necesidades de comprensión y entendimiento del consultante, del grupo de consultantes o de la familia. También, a su nivel sociocultural y de desarrollo, a las características de personalidad y a las del problema, y a la información que esas personas manejan sobre el tema.

En el caso de los niños, indicó la Fundación Cadah, se sugiere el uso de un lenguaje llano, simbólico y accesible para ellos. 


“En el marco del abordaje psicoeducacional, [la psicoeducación] debe impartirse desde la primera entrevista con el afectado y su familia y probablemente por un largo tiempo, ya que deberá ser dosificada según los tiempos disponibles, las etapas del tratamiento y el tipo de respuesta (de aceptación o rechazo a la terapia y el trastorno). La psicoeducación se puede realizar de forma individualizada al caso o se pueden llevar a cabo grupos psicoeducacionales (de afectados o de familiares)”, señaló la Fundación Cadah, que, en este caso, se refieren al TDAH / Crédito: Freepik

Con relación a los recursos que pueden ayudar en las explicaciones, Uliaque Moll recomienda el empleo de analogías y metáforas en vista de que los problemas de salud mental son complejos, pero hacer comparaciones con hechos de la cotidianidad sirve de ejemplo para que el paciente pueda entender con más facilidad. 

También, que el especialista use pizarras u otro tipo de soporte visual para hacer las explicaciones y que contribuya a interactuar con la persona, y que se realice un resumen de lo explicado en la sesión o en las sesiones de psicoeducación. El objetivo de este último recurso es que el consultante lo pueda revisar después en su casa, reforzar lo visto y preguntar en caso de dudas.

Por último, aconseja la lectura de libros y ver tanto películas como documentales; es decir, materiales que traten sobre el tema y que puedan aportar una visión más amplia.  

“La psicoeducación es terapéutica en sí misma. Algunos pacientes suelen relatar que después de haber podido aprovechar las sesiones de psicoeducación y de comprender lo que les sucede, se deshinchan como un ‘globo’, se sienten más tranquilos, con mejores expectativas. De hecho, muchas de las personas que padecen ansiedad reducen la sintomatología al entender los mecanismos y las causas de la misma”, indicó.

Con respecto a los síntomas, Indira Ullauri, psicóloga clínica y gerente de Superar Centro Integral de Psicología, afirma que es esencial desestigmatizar, despatologizar y profundizar en el significado de los síntomas, en qué quiere decir el sufrimiento (el malestar de la persona y cuál es el trasfondo de este); en otras palabras, qué es lo que el síntoma expresa en cada individuo y por qué lo hace, humanizando, de este modo, cada caso. 

“Cada persona es diferente y su síntoma no lo define, uno es más que síntomas y clasificaciones. El síntoma es el aviso de algo que genera sufrimiento y enferma, por lo que debe ser atendido de forma integral y profunda, debe ser comprendido en la trama de cada historia particular”, indicó.

Para Ullauri, es clave hacer hincapié en que las personas no se avergüencen, culpen o limiten por sus síntomas, y que las intervenciones profundicen realmente en lo que estos significan. De ahí la necesidad de entender e interpretar aquello que genera malestar, y no solo quedarse en lo evidente ni en un patrón determinado.

“Sigamos trabajando para que las personas no experimenten vergüenza, culpa o limitación por sus síntomas, sino que movilicemos a preguntar cuál es el sufrimiento que aflora a través de ellos, motivemos a la búsqueda de comprensión e interpretación de aquello que genera malestar. Una escucha, atención y análisis profundo. Que se reconozca a la persona que porta una condición o un síntoma como un ser que es más que un listado de síntomas, es más que un diagnóstico. Trabajemos para evitar intervenciones pobres, superficiales y excluyentes”, señaló.

Beneficios de la psicoeducación  

De acuerdo con la Fundación Cadah, la psicoeducación reporta, refiriéndose al TDAH, una serie de beneficios que tienen que ver con la autoestima, el entendimiento del problema, la aceptación de este y de sus limitaciones, y favorece tanto la motivación como el interés por la terapia.

También “establece las bases del compromiso por parte del afectado y su familia hacia la mejora terapéutica y personal”, afirmó.

Por su parte, Uliaque Moll dijo que la psicoeducación contribuye, asimismo, a disminuir de manera directa el grado de incertidumbre que viven muchas personas y que, partiendo de las capacidades de estas, también hay quienes que, con algunas pautas psicoeducativas en pocas sesiones, pueden entender el problema y emplear estrategias para afrontarlo.

“Suele ser especialmente efectiva en sesiones grupales con personas que padecen problemas similares (p. ej., un grupo con trastorno de pánico), ya que el hecho de compartir experiencias parecidas y sentir el apoyo emocional es una experiencia muy reconfortante. Supone una ayuda muy importante de cara al desarrollo de la terapia individual de estas personas”, aseguró.


“La psicoeducación es terapéutica en sí misma. Algunos pacientes suelen relatar que después de haber podido aprovechar las sesiones de psicoeducación y de comprender lo que les sucede, se deshinchan como un ‘globo’, se sienten más tranquilos, con mejores expectativas. De hecho, muchas de las personas que padecen ansiedad reducen la sintomatología al entender los mecanismos y las causas de la misma”, señaló Uliaque Moll / Crédito: Pexels

Asimismo, la Asociación Bipolar, especializada en el trastorno bipolar, agrega, por un lado, que, además de que la psicoeducación aborda dicho problema como tal, por el otro, proporciona una comprensión tanto teórica como práctica sobre este y sus procesos.

“La unión de la psicoeducación a un tratamiento farmacológico ayuda a las personas con trastorno bipolar a convivir con la enfermedad mediante una mejor comprensión de la misma, ayudando a reconocer los síntomas precoces de una recaída, el manejo de los síntomas y un mantenimiento regular del funcionamiento diario. Las personas que reciben psicoeducación tienen menos episodios respecto a los que solamente toman la medicación y estos episodios son más cortos”, apuntó.

“Sigamos trabajando para que las personas no experimenten vergüenza, culpa o limitación por sus síntomas, sino que movilicemos a preguntar cuál es el sufrimiento que aflora a través de ellos, motivemos a la búsqueda de comprensión e interpretación de aquello que genera malestar”

Indira Ullauri, psicóloga clínica y gerente de Superar Centro Integral de Psicología

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