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Acerca de las necesidades educativas especiales: el derecho a la inclusión

Escrito por Adriana Ramirez en .

Todos los niños merecen aliento y reconocimiento cuando se esfuerzan y cumplen satisfactoriamente con sus deberes. Pero en el caso de aquellos que presentan necesidades educativas especiales (NEE), y que con un mayor esfuerzo, tenacidad, ahínco han logrado obtener resultados excelentes, el aplauso debe ser todavía más sentido.

Destacadas estrellas del cine y del deporte, por ejemplo, han afrontado problemas de aprendizaje que seguramente les costó días de tristeza, estrés, baja autoestima, depresión, lucha y aislamiento. 

Amanda Morin, autora del artículo Celebridades con dislexia, TDAH y discalculia, el cual se publicó en la página web de la plataforma Understood, de Estados Unidos (organización que se dedica a ayudar a que las personas que piensan y aprenden diferente puedan prosperar en la escuela, el trabajo, la casa y la sociedad) informó que figuras cinematográficas como Whoopi Goldberg y Steven Spielberg presentan dislexia, y Daniel Radcliffe, dispraxia. También, Michael Phelps, medallista olímpico en natación, afronta trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

Lea nuestro artículo Dificultades de atención y concentración en los niños: un reto en la educación virtual

Sin embargo, los primeros tres se han valido del arte, y el último, del deporte, para alcanzar sus sueños.

Así las cosas, Morin dijo que Goldberg, ganadora de varios premios fílmicos, sufrió los insultos de niños en la escuela que la llamaban “tonta” simplemente por ser disléxica. 

“Su madre le decía que no les hiciera caso y que ella podía hacer cualquier cosa que se propusiera. Goldberg le creyó y se convirtió en comediante y anfitriona de programas de televisión. (…) Ella considera que su capacidad para pensar diferente es un factor que la ayudó a ser exitosa”, afirmó.

Radcliffe, por su parte, se dio a conocer como protagonista de la saga de Harry Potter. Aunque niños soñaron al verlo volar y hacer magia en las películas, el joven tiene dispraxia en la vida real, lo que le obstaculiza todavía escribir a mano y lo que puede dificultar andar en bicicleta. El teatro, no obstante, lo ayudó a superar sus dificultades y alcanzar la fama.

Con respecto al director de cine, Steven Spielberg, agregó que este vino a descubrir que tenía dislexia a los 60 años de edad. No obstante, el hallazgo le permitió entender una situación que lo había llevado a sufrir acoso y a ser tildado de perezoso por parte de sus profesores de escuela.

Finalmente, del nadador olímpico, Michael Phelps, acotó que este presenta TDAH y que de niño era hiperactivo. “Su madre utilizó el interés que Michael tenía por la natación para ayudarlo a enfocarse”, explicó.

Si bien estas cuatro minihistorias forman parte de todo un historial de personas conocidas, todos y cada uno de los seres humanos que afrontan NEE, quienes hacen lo imposible por concretar sus metas, también merecen reconocimiento, apoyo y oportunidades.

¿Qué son las necesidades educativas especiales?

School Education Gateway, plataforma digital especializada en el área de la educación en Europa, indicó que las NEE son las necesidades de los niños que afrontan algún tipo de dificultad o discapacidad que lleva a que el aprendizaje sea más cuesta arriba para ellos que para otros niños que tienen la misma edad. Por tanto, requieren una atención específica durante un lapso determinado o a lo largo de toda su vida como estudiantes.

“Entre las discapacidades se incluyen las discapacidades físicas como la esclerosis múltiple y la epilepsia, las discapacidades sensoriales como la discapacidad visual y la audición limitada, las discapacidades emocionales como el trastorno de déficit de atención y la hiperactividad, y las discapacidades del desarrollo como el espectro del autismo y la dislexia”, enumeró.

Así, citó a la Agencia Europea para las Necesidades Especiales y la Educación Inclusiva a fin  de acotar que, para el año 2019, casi todos, es decir, el 98% de los estudiantes con necesidades especiales, estaban matriculados en la educación convencional, en vez de en los centros educativos especiales, lo que es una de las recomendaciones de expertos actualmente. El objetivo es evitar la segregación e impulsar, de este modo, la inclusión e integración en un ambiente en el que reine la igualdad de oportunidades y trato.

De esta manera, en la educación inclusiva se aspira a integrar a los estudiantes que requieren apoyo y respuestas a su diversidad, y que suelen quedar marginados del sistema educativo, laboral y de la sociedad en general. 

En la educación inclusiva, a su vez, se procura darles cobijo a todos los alumnos, tanto a los que tienen NEE como a los que no. Entre estos últimos también se pueden encontrar los alumnos que viven en la pobreza, los inmigrantes, las niñas, los que pertenecen a grupos étnicos o a entornos rurales…

En el caso específico de los alumnos con NEE, los profesores se ven impulsados a adaptar los contenidos a las necesidades especiales de estas personas a fin de que puedan entender las materias, comunicarse y avanzar en su proceso de aprendizaje. Por ejemplo, en el caso de los contenidos para los estudiantes con discapacidad visual, se debe trabajar con técnicas educativas y herramientas tecnológicas que les permitan traducir el texto a discurso oral, y para los estudiantes con discapacidad auditiva, se requiere el uso del lenguaje de señas o de los subtítulos en los audios. En el caso de los alumnos con dislexia, se les debe permitir que escriban las tareas a máquina, en lugar de que las escriban a mano. 

Del mismo modo, todos los implicados en la educación (profesores, psicopedagogos, padres…) deben adaptarse al ritmo y al estilo de aprendizaje del alumno, pero es muy importante que se identifiquen, diagnostiquen y traten los problemas de aprendizaje a tiempo y de manera correcta. Así, se evitan consecuencias como el retraso y la deserción estudiantil, la baja autoestima, las dificultades para relacionarse con los demás, etc.


Los profesores deben tomar conciencia de las necesidades de la educación inclusiva, de manera que todos puedan gozar del derecho a una educación de calidad en todos los niveles. / Crédito: Freepik

Por otro lado, María José Roldán, autora del artículo ¿Qué son las necesidades educativas especiales?, acotó que “es necesario que desde las instituciones educativas se puedan valorar estas necesidades en los niños para poderlas atender de forma correcta, así como otras instituciones o las familias. Los niños deberán aprender a superar con ayuda de los profesionales adecuados las barreras de sus dificultades de forma rápida y sencilla. Algunos niños necesitarán ayuda adicional y otros necesitarán todo su tiempo o ajustar los primeros años de escuela o incluso en la universidad”.

Enumeró, pues, las dificultades que los niños, jóvenes y adultos con NEE podrían presentar:

  1. “Dificultades de aprendizaje, en la adquisición de habilidades básicas en un entorno normalizado, en la escuela u otras instituciones educativas.
  2. Dificultades de salud, sociales, emocionales o mentales.
  3. Dificultades de aprendizaje específicas (lectura, escritura, comprensión de la información, etc.).
  4. Necesidades sensoriales o físicas (discapacidad auditiva, discapacidad visual, dificultades físicas que puedan afectar la normalidad en el desarrollo).
  5. Problemas de comunicación para expresarse o entender lo que otros dicen.
  6. Condiciones médicas o de salud”.

La Universidad Abierta de Cataluña (UOC, por sus siglas en catalán) agregó otras situaciones como parte de los problemas de aprendizaje. Tal es el caso de la superdotación intelectual, dado que las personas con altas capacidades intelectuales también tienen necesidades determinadas de apoyo educativo; la situación sociofamiliar disfuncional y otros casos de inadaptación como la cultural, la lingüística, etc.

Entre dificultades y habilidades  

“Muchos niños pueden tener dificultades en la escuela con respecto a algunos temas o habilidades de vez en cuando. Cuando los niños se esfuerzan y todavía luchan con un conjunto específico de habilidades, esto podría ser signo de un trastorno del aprendizaje. Tener un trastorno del aprendizaje significa que un niño tiene una dificultad en una o más áreas del aprendizaje, aun cuando su motivación o inteligencia en general no estén afectadas”, afirmaron los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades, de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés).

El ente explicó que los trastornos del aprendizaje se pueden manifestar a través de algunos de los siguientes síntomas:

  • Dificultad para distinguir entre la derecha y la izquierda;
  • propensión a invertir letras, palabras o números después del primero o segundo grado;
  • dificultad para reconocer patrones o clasificar objetos según su tamaño o forma;
  • problemas para entender, seguir instrucciones o mantenerse organizado;
  • problemas para recordar lo que se acaba de decir o de leer;
  • falta de coordinación cuando la persona se mueve;
  • complejidad para hacer tareas con las manos como, por ejemplo, escribir, recortar o dibujar;
  • problemas para entender el concepto del tiempo.

“Algunos ejemplos del trastorno del aprendizaje son los siguientes: dislexia (dificultad con la lectura), discalculia (dificultad con las matemáticas), disgrafía (dificultad con la escritura). Los niños con trastornos del aprendizaje pueden sentirse frustrados por no poder dominar un tema a pesar de su esfuerzo, y pueden comportarse mal, sentirse desamparados o abstraerse. El trastorno del aprendizaje también puede presentarse con trastornos conductuales o emocionales, como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) o ansiedad. La combinación de los problemas puede hacer que sea particularmente difícil para un niño tener éxito en la escuela. El diagnóstico adecuado de cada trastorno es crucial para que el niño pueda recibir la ayuda correcta para cada uno”, señalaron.


seguir instrucciones o mantenerse

El Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares (NIH, por sus siglas en inglés) agregó que, a pesar de que los problemas de aprendizaje se presentan cuando los niños están muy pequeños, no es sino en la edad escolar cuando se pueden determinar. Partiendo de investigaciones, añadió que entre el 8% y el 10% de los menores de 18 años en Estados Unidos presentan algún tipo de estas dificultades.

Con relación al tratamiento que se suele emplear, habló de la educación especial, además de la intervención de otros profesionales como los terapeutas del habla y el lenguaje.

 “El tratamiento más usual para los problemas de aprendizaje es la educación especial. Educadores con capacitación especial pueden realizar una evaluación educacional diagnóstica para valorar el potencial académico o el potencial del niño y su nivel de desempeño académico. Una vez que la evaluación está completa, el abordaje básico es enseñar las destrezas del aprendizaje sobre la base de las capacidades y fortalezas del niño a la vez que se corrigen y compensan las discapacidades y debilidades. También pueden participar otros profesionales como los terapeutas del habla y el lenguaje. Algunos medicamentos pueden ser eficaces y ayudar al niño a aprender a mejorar su atención y concentración. También se pueden emplear psicoterapias”, dijo.

La educación y la discapacidad

Aun cuando la educación es un derecho fundamental que está establecido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, y aunque la educación para las personas con discapacidad se encuentra estipulada en instrumentos como la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, no siempre se cumplen.

Así las cosas, a veces los padres discriminan a sus hijos, no los incluyen en los sistemas educativos ni valoran sus fortalezas y virtudes (tampoco adaptan las viviendas a sus necesidades, bien por falta de recursos, bien por falta de conocimientos); otras veces, los profesores no están preparados para trabajar con niños y adolescentes que tienen formas de pensar y aprender distintas; los centros educativos no están adaptados a las necesidades de estos estudiantes o no los aceptan y los mismos Gobiernos no los incluyen en sus políticas públicas.

Por ende, tienden a quedar excluidos del ámbito educativo, sanitario, laboral y social. Por ello, corren el riesgo de caer en la mendicidad (o a ser dependientes), la pobreza, el desempleo prolongado, la violencia, el abuso, el abandono, la estigmatización, los prejuicios y el no poder costear los servicios de salud.

En lo referente al ámbito educativo, el Portal sobre el Aprendizaje, plataforma del Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación (IIPE), indicó que los datos sobre la matriculación escolar de estos niños son escasos. Sin embargo, afirman que hay entre 93 millones y 150 millones de niños con discapacidad en todo el mundo. Partiendo del informe Generación del aprendizaje, hay alrededor de 33 millones de niños con discapacidad que no van a la escuela en los países con rentas medias y bajas.

A su vez, aseguró que, primero, estos niños tienen menos probabilidades de terminar la educación primaria, secundaria y superior que los niños que carecen de discapacidades. Segundo, las personas con discapacidad presentan tasas de alfabetización más bajas que aquellas que no tienen discapacidad. Tercero, estos niños sacan puntuaciones más bajas en matemáticas y pruebas de lectura, y las niñas con discapacidad se ven más penalizadas por su género.

“También hay una diferencia basada en la naturaleza de la discapacidad, es decir, el nivel de analfabetismo es más elevado en niños con discapacidad visual, trastornos múltiples o mentales en comparación con los niños con discapacidades motoras (Singal, 2015)”, apuntó.  

Por otro lado, se ha determinado que en Estados Unidos los niños con discapacidad sacan mejores notas y están mejor integrados socialmente cuando estudian en sistemas (o instituciones) ordinarios o convencionales, a diferencia de cuando están en clases segregadas o especializadas.

En el caso de Ecuador, aun cuando se ha avanzado en la materia, se habla de falta de formación por parte de los educadores para tratar las necesidades de los estudiantes con discapacidad.

Los académicos Francisco Rojas-Avilés, Lida Sandoval-Guerrero y Oswaldo Borja-Ramos, autores del artículo Percepciones a una educación inclusiva en el Ecuador, señalaron que, a pesar de que hay una política pública que fomenta la inclusión, “existe un vínculo desgastado y muchas veces poco perceptible de la innovación en la praxis pedagógica. Esto, a criterio personal, se debe a la escasa capacitación de los docentes en torno a temas de inclusión educativa, currículo inclusivo y adaptaciones curriculares, que promuevan la adaptación de estudiantes con NEE”.

Además de ello, se enfrenta el problema de la poca información oficial sobre las características de los estudiantes con necesidades educativas especiales y la carencia de protocolos de inclusión educativa, que se refleja en datos demográficos, de empleabilidad y situación socioeconómica.

De acuerdo con el Consejo Nacional para la Igualdad de Discapacidades (Conadis), los niños y jóvenes de entre 0 y 18 años de edad tienen entre 0,43% y 7,07% de discapacidad en el país.


Es muy importante que los profesores, los Gobiernos y todos los sectores hagan un mayor énfasis en la puesta en práctica de la educación inclusiva y de la necesidad de adaptar la información a todos en general. / Crédito: Freepik

“Más de 1.000 millones de personas padece algún tipo de discapacidad. Esta cifra representa alrededor del 15% de la población mundial. Entre 110 y 190 millones de personas tienen grandes dificultades para funcionar. Las tasas de personas con discapacidad están aumentando a causa del envejecimiento de la población y del aumento de las enfermedades crónicas a escala mundial”

Organización Mundial de la Salud (OMS) 

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