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Se cree que el mayor factor de riesgo individual para consumar el suicidio es el haberlo intentado con anterioridad, pero no haber podido

Hablemos del suicidio

Escrito por Adriana Ramirez en .

El suicidio sigue siendo un tema tabú. No obstante, es fundamental hablar de manera clara sobre él. Las razones son varias y aquí una muestra de ello.

Partiendo de datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que recogen instituciones nacionales e internacionales, entre otros motivos, por la falta de información de calidad y de estrategias nacionales de prevención en parte de los países, se tiene que:

  1. Alrededor de 800.000 personas se suicidan anualmente.
  2. Por cada suicidio, hay muchos intentos no consumados. Sin embargo, se cree que el mayor factor de riesgo individual es, precisamente, el haberlo intentado y no haber podido.
  3. El suicidio es la tercera causa de muerte de los jóvenes de entre 15 y 19 años de edad. No obstante, en 2016 fue la segunda causa de los fallecimientos en este grupo etario.
  4. El 79% de los casos ocurren en los países de ingresos bajos y medios.
  5. El consumo de plaguicidas, el ahorcamiento y las armas de fuego son algunos de los métodos más usados para suicidarse en todo el mundo. 
  6. La mortalidad por suicidio es superior a la mortalidad causada por la guerra y los homicidios.
  7. Una de las barreras que impiden abordar adecuadamente este problema es el estigma y el tabú que lo rodean, lo que obstaculiza hablar con claridad acerca de él y buscar medidas para evitarlo.

Por su parte, la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP, por sus siglas en inglés) agregó que “por cada suicidio, aproximadamente 135 personas sufren un dolor intenso o se ven afectadas de alguna manera. Esto equivale a 108 millones de personas al año que están profundamente afectadas por la conducta suicida, que incluye el suicidio, la ideación suicida y los intentos de suicidio. Por cada suicidio, 25 personas hacen un intento de suicidio y muchos más tienen ideación suicida”.

Hablemos, pues, sobre esta práctica, que, además de terminar con la vida de un ser humano ―aun cuando puede ser una muerte prevenible―, causa daños en la familia, la pareja, los amigos, los vecinos, los compañeros de clases o de trabajo y en la sociedad en general.

Tratemos, así, de encontrar respuestas a esta situación.

¿Por qué una persona decide suicidarse?

Hay varios factores que pueden incidir en que una persona tome esa decisión. Algunos tienen que ver con problemas de salud mental como la depresión, la bipolaridad o el consumo nocivo de alcohol y otras drogas; otros, con situaciones de crisis, como es el caso de la mala situación económica de la persona, el abuso sexual, los conflictos, los antecedentes familiares de suicidios; la exclusión, por ejemplo, por la preferencia sexual o por la discapacidad; el acoso, la ruptura de relaciones o las enfermedades y los dolores crónicos. 

“Si bien el vínculo entre el suicidio y los trastornos mentales (en particular, los trastornos relacionados con la depresión y el consumo de alcohol) está bien documentado en los países de altos ingresos, muchos suicidios se producen impulsivamente en momentos de crisis que menoscaban la capacidad para afrontar las tensiones de la vida, tales como los problemas financieros, las rupturas de relaciones o los dolores y enfermedades crónicos. Además, las experiencias relacionadas con conflictos, desastres, violencia, abusos, pérdidas y sensación de aislamiento están estrechamente ligadas a conductas suicidas. Las tasas de suicidio también son elevadas entre los grupos vulnerables objeto de discriminación, por ejemplo, los refugiados y migrantes; las comunidades indígenas; las personas lesbianas, homosexuales, bisexuales, transexuales, intersexuales; y los reclusos. Con diferencia, el principal factor de riesgo de suicidio es un intento previo de suicidio”, dijo la OMS. 

Lea nuestro artículo Violencia contra las mujeres y las niñas, un grave problema que hiere y mata

La Academia Americana de Psiquiatría de Niños y Adolescentes (AACAP, por sus siglas en inglés) señaló, a su vez, que el suicidio en los adolescentes ha venido aumentando en los últimos años en Estados Unidos. En otras palabras, esta es la tercera causa de muerte más frecuente en los jóvenes de entre 15 y 24 años de edad, y la sexta para los que tienen entre 5 y 14 años.

En el caso de los adolescentes, las causas pueden estar relacionadas, además de con la depresión, con situaciones que implican cambios, esto es, el divorcio y el tener que vivir con padrastros y hermanastros; la presión a la que se ven expuestos por lograr el éxito y el estrés.

“Los adolescentes experimentan fuertes sentimientos de estrés, confusión, dudas de sí mismos, presión para lograr el éxito, incertidumbre financiera y otros miedos mientras van creciendo. Para algunos adolescentes, el divorcio, la formación de una nueva familia con padrastros y hermanastros o las mudanzas a otras nuevas comunidades pueden perturbarlos e intensificarles las dudas acerca de sí mismos. Para algunos adolescentes, el suicidio aparenta ser una solución a sus problemas y al estrés”, explicó.

Por su parte, Nadine Kaslow, autora del artículo Suicidios en adolescentes, ¿cuáles son los factores de riesgo?, añadió otras causas importantes como lo son el acoso y el estigma a pedir ayuda.

“Sabemos que ser víctima de acoso es un factor de riesgo, pero también hay cierta evidencia de que niños que son acosadores pueden tener un riesgo más alto de comportamiento suicida. (…) [Con respecto al estigma por pedir ayuda], una de las cosas que sabemos es que mientras más desesperadas y desamparadas las personas se sienten, tienen más probabilidad de elegir hacerse daño a ellos mismos y terminar con su vida. También si ellos sienten mucha culpa o vergüenza, o si sienten que no valen nada o si tienen baja autoestima”, indicó.

¿Cuáles son los métodos de suicidio más comunes?

Se prevé que los métodos más corrientes tienen que ver con el consumo de plaguicidas, para causar intoxicación; el ahorcamiento y el uso de armas de fuego. En el caso de los plaguicidas, la OMS les atribuye el 20% de las muertes de este tipo, pero que la mayoría se cometen en zonas rurales y agrícolas de países de ingresos bajos y medios.

¿Es posible prevenir el suicidio?

Sí, los suicidios son prevenibles y la misma OMS sugiere las siguientes medidas:

  1. “Restricción del acceso a los medios de suicidio (por ejemplo, plaguicidas, armas de fuego y ciertos medicamentos);
  2. información responsable por parte de los medios de comunicación;
  3. las intervenciones escolares;
  4. introducción de políticas orientadas a reducir el consumo nocivo de alcohol;
  5. identificación temprana, tratamiento y atención de personas con problemas de salud mental y abuso de sustancias, dolores crónicos y trastorno emocional agudo;
  6. capacitación de personal sanitario no especializado en la evaluación y gestión de conductas suicidas;
  7. seguimiento de la atención dispensada a personas que intentaron suicidarse y prestación de apoyo comunitario”.

La AACAP agregó que en el caso de los adolescentes, los padres deben estar muy alertas ante síntomas que son parecidos a los de la depresión. Por ejemplo, los jóvenes presentan cambios en los hábitos de dormir y de comer; alejamiento con respecto a sus amigos, parientes o actividades habituales; comportamientos que conllevan violencia, rebeldía, o el que los jóvenes se escapen de la casa; consumo de drogas o de alcohol; dejadez en su aspecto; cambios rotundos de la personalidad; aburrimiento continuo, problemas para concentrarse o bajo rendimiento académico; dolores de cabeza, de estómago y fatiga, que suelen estar vinculados al estado emocional de la persona; pérdida de interés por actividades que antes sí les gustaban y poca aceptación de los elogios y premios.

A su vez, hace un llamado ante las señales de un posible suicidio. En este sentido, explica que el adolescente tiende a quejarse de ser una mala persona o de sentirse mal como ser humano; lanza indirectas como, por ejemplo, “no te molestaré más”, “no me verás más”, “no me importa nada”; se encarga de poner todo en orden, es decir, limpia su habitación, regala sus objetos preferidos, bota papeles u objetos importantes, etc.; se muestra muy contento después de haber atravesado por un periodo de depresión, y presenta síntomas de psicosis como alucinaciones o pensamientos extraños.

“Si el niño o adolescente dice ‘yo me quiero matar’ o ‘yo me quiero suicidar’, tómelo muy en serio y llévelo de inmediato a un profesional de la salud mental capacitado. La gente a menudo se siente incómoda hablando sobre la muerte. Sin embargo, puede ser muy útil el preguntarle al joven si está deprimido o pensando en el suicidio. Esto no ha de ponerle ideas en la cabeza, por el contrario, esto le indicará que hay alguien que se preocupa por él y que le da la oportunidad de hablar acerca de sus problemas”, recomendó la AACAP.

Kaslow, por su parte, habla de factores protectores para evitar casos de este tipo. Así, se refiere a las buenas habilidades para resolver problemas (los niños que pueden solucionar conflictos de manera pacífica tienen menos riesgos de atentar contra ellos mismos); a la posibilidad de mantener relaciones sanas con su entorno (el sentirse queridos, apoyados y protegidos les permite saber que pueden contar con alguien en caso de problemas o dudas); el no tener acceso a armas de fuego, medicamentos, plaguicidas, etc.; el ser parte de creencias culturales y religiosas en las que el suicidio está mal visto; el tener acceso relativamente fácil a intervención clínica adecuada (psicoterapia, terapia individual, grupal, familiar, o algún medicamento si es necesario); el acceder a atención mental, física y del uso de sustancias. 

Asimismo, la IASP acotó que sí es posible evitar el suicidio mediante la unión de todos los sectores (Gobiernos, personal sanitario, organizaciones dedicadas a la salud mental, servicios sociales, servicios de emergencias, organismos de salud, profesores, servicios de abuso de sustancias, investigadores, empleados, personas afectadas por la conducta suicida, comunidades, etc.), la búsqueda de información acerca de este problema, la eliminación del estigma y la ayuda para todo aquel que lo necesite.


Las relaciones sociales de calidad, la buena amistad, es un factor esencial para fortalecer los vínculos y saber que no se está solo / Crédito: Freepik

¿Qué ocurre con el duelo? 

El duelo por el suicidio de un ser querido es considerado un tipo de pérdida traumática que afecta al doliente, lo conduce al aislamiento y a la soledad, y lo hiere con sentimientos de culpa, vergüenza, rabia, miedo. A ello se suman una serie de preguntas y cuestionamientos que se hace la persona pero a las que no encuentra respuestas.

“El duelo por suicidio produce elevada aflicción y mayor riesgo de trauma. Se observan más estrategias de evitación del dolor, dificultad para aceptar la pérdida y una mayor variedad de respuestas emocionales y sentimientos (culpa, vergüenza, enfado, miedo, abandono…). Es un tipo de muerte que tiene un gran impacto en las dinámicas familiares, en los proyectos de vida, y que conlleva pérdidas añadidas”, apuntó la Asociación para la Prevención del Suicidio y la Atención al Superviviente (Apsas). 

¿Cuál es la situación en el Ecuador?

Para noviembre de 2020, el diario El Comercio, del Ecuador, informó de 220 suicidios y 429 intentos en lo que iba de pandemia por la COVID-19 desde mediados de marzo cuando la OMS la declaró como tal.

El periódico quiteño se refirió al servicio ECU-911, ente que coordina la asistencia en casos de emergencia en el país, para indicar que las ciudades con mayor número de suicidios fueron Guayaquil con 34; Quito, con 13, y Santo Domingo, con 12. Mientras tanto, Quito presentó más intentos de suicidio con 47 casos; Cuenca, con 44, y Guayaquil, con 37.

“En muchos de los casos, gracias al apoyo de las cámaras de seguridad del ECU-911 y la pericia de los evaluadores o de las llamadas al 9-1-1, se pudo evitar que las personas atentaran contra sus vidas, luego de una actuación oportuna de las unidades de primera respuesta en territorio”, aseguró un comunicado del ente.


Según el diario El Comercio, Quito fue —en 2020 y durante la COVID-19— la segunda ciudad ecuatoriana con más casos de suicidio, pero la primera con más casos no consumados / Crédito: Unsplash

No obstante, para junio del mismo año, el diario El Telégrafo, que cita al centro de investigación Observatorio Social del Ecuador (OSE), informó que del total de casos de adolescentes que habían fallecido por suicidio, el 26% (la cifra más alta) correspondió a jóvenes indígenas, y el 21%, a mestizos.

Margarita Velasco, directora del ente, indicó que tres provincias superaban el promedio nacional de 10 por cada 100.000 habitantes; o sea: Galápagos, con el 25,54%; Zamora Chinchipe, con el 20,7%, y el Cañar, con el 17% (esta última, por la migración).

“Los casos se están incrementando en hombres y mujeres de 12 a 17 años. De acuerdo con datos del Instituto de Estadísticas y Censos (INEC), el año pasado [2019] 108 adolescentes se suicidaron”, publicó el medio.

Sin embargo, se recomienda pedir ayuda, estar alerta ante los cambios de la persona, buscar asistencia de un especialista certificado y capacitado, y proceder de inmediato.

Recuerde: la vida es una sucesión de hechos positivos y negativos, pero con la debida paciencia, perseverancia, empuje y esperanza podemos salir adelante y superarnos. ¡Vale la pena disfrutar de una vida plena y llena de logros! ¡Adelante!

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