¿Qué hacer con los hijos ante el divorcio?
Los hijos son el alma de la casa y de los padres. Por eso, cuando hay discusiones irreconciliables que llevan a la separación y al divorcio se debe hacer lo posible para afrontarlo de la mejor manera. Seguir consejos ayuda, y crear las condiciones más acordes para superar esa situación también.
Los niños y los adolescentes atraviesan el divorcio de manera distinta, mas en ambos puede haber efectos que incidan en su salud mental tanto en el presente como en el futuro.
“¿Cómo se lo decimos? ¿Qué hacemos si se deprime?, ¿si se siente responsable, pues a veces discutimos por su educación? ¿Qué ocurre si se pone agresivo? ¿Qué va a pasar después del divorcio?”.
Estas pueden ser algunas de las preguntas que se hagan los padres y ante las cuales pudieran surgir sentimientos de nerviosismo, preocupación e incertidumbre. Dichos sentimientos podrían aparecer, asimismo, en los hijos.
Tal vez tú también te hayas hecho preguntas de ese tipo y tienes razón. Esa es una situación delicada que, como tal, requiere cuidado y atención, sobre todo cuando impera la conflictividad.
“Si bien es verdad que el divorcio o separación de los padres no implica necesariamente que los hijos sufran trastornos psiquiátricos, las tasas de prevalencia son superiores en estos niños cuando se comparan con niños que viven en familias unidas. La separación por tanto actúa como factor de riesgo de psicopatología de modo especial cuando tiene un carácter conflictivo y la conflictividad se prolonga a lo largo del tiempo”, explicó María Jesús Mardomingo Sanz, autora del artículo Separación de los padres. Efectos traumáticos en los hijos.
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Mardomingo agregó que entre el 20% y el 25% de los niños, cuyos padres se separan, presentan problemas psicológicos y psiquiátricos en comparación con el 10% de los niños cuyos padres viven juntos. Se prevé, asimismo, que esto multiplique por 2 ―en muchos casos― el riesgo de que los niños presenten psicopatologías debido al fuerte estrés que acompaña al divorcio.
“Los efectos del divorcio en los hijos pueden prolongarse hasta la vida adulta, con tasas más altas de divorcio en aquellos que sufrieron el divorcio de sus padres”, acotó.
Así, se calcula que el 60% de las mujeres y el 23% de los hombres, que proceden de familias separadas, también se divorcian. En el caso de las mujeres, estas se sienten inseguras frente al amor y temen ser traicionadas. Por ello, les cuesta asumir el compromiso.
¿Cómo niños y adolescentes afrontan el divorcio?
En primera instancia, el divorcio implica una serie de cambios que pueden afectar a los hijos. Entre estos se encuentran la disminución de su contacto con uno de los padres, el empeoramiento de los problemas emocionales y conductuales que ya existían en la familia, surgen cambios en los cuidados de los hijos, desciende el nivel económico y con frecuencia hay cambio de colegio. Después, el proceso de adaptación comprenderá un posible nuevo matrimonio de los padres y la inclusión de otros miembros en la familia.
En lo que respecta a la salud mental, los niños y los adolescentes pueden presentar ansiedad, depresión y trastornos de conducta agudos que, a su vez, pueden durar varios años. Sin embargo, la sintomatología es diferente en unos y en otros.
“La psicopatología cambia con la edad. Los síntomas más frecuentes son irritabilidad, llanto inmotivado, trastornos del sueño y de la alimentación y falta de colaboración con los padres, en los más pequeños. A partir de los 6 años se niegan a aceptar la realidad del divorcio, temen perder a uno de los padres o a los dos, se sienten abandonados o traicionados, se comparan con sus compañeros y experimentan humillación y agresividad. Sufren trastornos de ansiedad, síntomas depresivos y desciende el rendimiento escolar”, dijo Mardomingo.
En lo que respecta a los adolescentes, pueden surgir cuadros de depresión, trastornos de ansiedad y del comportamiento, ideas de suicidio, inseguridad ante el futuro y conmoción del sistema de valores. También, una fuerte infelicidad por la no realización de la idea de tener una familia feliz y unida, y se pueden agravar los problemas de comportamientos que existían antes.
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Es importante señalar que entre los factores de riesgo que inciden en que la pareja se divorcie se hallan la pobreza, la psicopatología paterna, la conflictividad después del divorcio y el que este ocurra repentinamente, los numerosos cambios en la familia y la falta física o emocional de uno o de los dos padres.
Si queremos, pues, que nuestros hijos se sientan protegidos pese a la situación, debemos evitar el conflicto, las críticas entre padres, y mantener las relaciones entre ambos, procurar el apoyo de amigos y parientes, prevenir los cambios en la organización familiar y mantenernos siempre presentes.
También, hablarles, preferiblemente juntos, con claridad y serenidad, acerca del porqué del divorcio, establecer y respetar las reglas, repetirles a los pequeños que el divorcio no es por su culpa y acompañarlos a todos de la mejor manera posible en el proceso de adaptación hacia una nueva vida.
El lado positivo del divorcio
Pese a que el divorcio y sus posibles consecuencias pueden ser vistos en un primer momento como un problema o una mala decisión, también puede ser una solución para otros problemas. En los hogares donde, por ejemplo, impera la violencia doméstica, el divorcio puede evitar secuelas en la adultez, tal es el caso del miedo al matrimonio y a ser agredido o el riesgo de repetir las mismas agresiones.
Otro de los beneficios tiende a ser la posibilidad de que los hijos se preparen más para afrontar el estrés y abogar por la tolerancia.
“…los niños también pueden salir de un proceso de divorcio más preparados para afrontar el estrés y muchos de ellos se convierten en jóvenes más flexibles y tolerantes”, acotó, por su parte, el KidsHealth, de Estados Unidos.
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