Daños que causa el estrés
El estrés puede ser bueno en algunas ocasiones, cuando, por ejemplo, nos motiva a actuar rápida pero eficientemente para cumplir con algún objetivo o para resolver algún problema, pero cuando se vuelve crónico puede ser un factor de riesgo de serios daños a la salud física y mental.
Por eso, son recurrentes las recomendaciones médicas pero también de estilo de vida que se hacen para evitarlos. Por eso también los invitamos a seguirlas y a informarse del porqué surge esta situación.
En una época como la actual, en la que aún se está enfrentando la COVID-19 (la Organización Mundial de la Salud ―OMS― declaró la pandemia a mediados de marzo de 2020), el estrés sigue su cauce. Aunque se vean desconfinamientos en diferentes partes del mundo, continúan las medidas de protección para evitar los contagios, y estos también siguen aumentando.
Para este 12 de mayo, el centro de monitoreo de la COVID-19, de la Universidad de Medicina Johns Hopkins, de Estados Unidos, señaló que van más de 159 millones de casos confirmados y más de 3.300.000 muertes en 192 países y regiones.
Los países con más casos confirmados hasta ahora son Estados Unidos, la India, Brasil, Francia y Turquía. Aun así, en algunos sitios ya están poniendo la vacuna, pero la situación sigue y las variantes del virus también.
A ello se deben añadir otros problemas que ya venían pero que se han agudizado. Tal es el caso del desempleo, la recesión económica, la pobreza, los desplazamientos de inmigrantes y refugiados, los problemas de salud física y mental preexistentes y su consecuente deterioro, la desinformación o la sobreabundancia de información, los duelos, los divorcios, la violencia intrafamiliar, etc.
En una situación como esta se han incrementado, asimismo, los casos de ansiedad y depresión en la población en general, y en el personal sanitario, en particular. En este último caso, porque es un grupo de la población mundial que está expuesto directamente al coronavirus, a los daños que causa, a las muertes de pacientes, de ellos mismos y de compañeros, a la separación de sus familiares, e incluso, a la discriminación por parte de las personas por miedo a contagiarse.
Lea nuestro artículo Depresión y ansiedad en el ámbito en general, y en el sanitario, en particular: claves para protegernos:
Por ende, es muy importante prestar atención a los síntomas del estrés, a los cambios en el estado de ánimo, el comportamiento y las reacciones, y saber cómo tratar de superarlo de la mejor manera posible a fin de conservar la salud, el bienestar y las relaciones.
Por ello, Superar Centro Integral de Psicología, con psicólogos especializados y con operaciones en Quito, Ecuador, pone a su disposición sus servicios de evaluaciones y diagnósticos, terapias y tratamientos, y terapias alternativas, además de la información de su blog, para que encuentre asistencia oportuna y profesional apenas la necesite.
Para entender mejor qué es el estrés, hablemos de él
“Podemos considerar al estrés como el proceso que se pone en marcha cuando una persona percibe una situación o acontecimiento como amenazante o desbordante de sus recursos. A menudo los hechos que lo ponen en marcha son los que están relacionados con cambios, exigen del individuo un sobreesfuerzo y, por tanto, ponen en peligro su bienestar personal”, indicó el Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos de España.
Para la organización, si bien la popularidad que ha cobrado el tema del estrés ha puesto de manifiesto la preocupación que este genera actualmente, también ha conducido a una cierta confusión del concepto y a un exceso en cuanto a su patologización.
En este sentido, se refieren al hecho de que no siempre el estrés es nocivo. Es decir, hay ocasiones en las que empuja a las personas a actuar rápidamente. Por ejemplo, a tener que entregar un trabajo en poco tiempo o a tener que estudiar para un examen. Son situaciones que, incluso, pueden incentivar la autoestima y la capacidad de respuesta y de resolución de problemas si se hace bien. También el estrés y la experiencia que vayamos teniendo nos pueden servir para futuras ocasiones, en el sentido de que nos ayudan a saber cómo reaccionar de la mejor manera posible.
Sin embargo, no todas las situaciones tienen el mismo grado de estrés para todas las personas ni tampoco lo son en todas las circunstancias y momentos de la vida para el mismo individuo.
En esto influyen factores como la capacidad de hacerles frente a los problemas, la manera de evaluar la situación, las características personales (la tensión, el nerviosismo, la búsqueda de soluciones, etc.) y el apoyo de los demás.
Por otro lado, habló de los indicadores, también denominados respuestas, del estrés, y agregó que esto es lo que realmente permite determinar que existe una situación de ese tipo. Así, están los indicadores neuroendocrinos, los psicofisiológicos y los psicológicos.
Con respecto a los indicadores neuroendocrinos, dijo que existen diferentes sistemas neuroendocrinos que reaccionan ante situaciones que impliquen una amenaza, sobre todo si es de tipo emocional. Por tanto, el organismo se prepara para reaccionar, bien luchando, bien huyendo de dicha amenaza.
Aunque esta reacción sea adaptativa y natural en un primer momento, sí puede causar fuertes daños si se vuelve constante o si ocurre sin ningún motivo y la persona está tensa, estresada, con frecuencia.
En el caso de los indicadores psicofisiológicos, acotó que esto se ve en el incremento de la actividad cardiaca, la presión sanguínea o la respiratoria.
Y en cuanto a los indicadores psicológicos, mencionó las respuestas emocionales, somáticas, cognitivas y comportamentales.
“Las primeras son las más importantes, al punto que muchas veces se ha confundido el estrés con las emociones concretas que lo acompañan. Los indicadores emocionales están muy relacionados con los somáticos y con frecuencia son unos causas de los otros o viceversa. Las emociones asociadas al estrés son las negativas como, por ejemplo, la ansiedad, la ira, la depresión, etc., y estados de ánimo como la impaciencia, la frustración, etc. Los indicadores somáticos son percibidos por los sujetos y expresados como quejas, siendo los más habituales la fatiga, el insomnio, el temblor y los dolores de distinto tipo. Muchos de estos aspectos somáticos no son más que los componentes de la reacción emocional, por ejemplo, en el caso de la ansiedad. Parece que la ansiedad se relaciona más con un estado de estrés temporal, y la depresión con uno crónico”, dijo.
Las respuestas cognitivas y comportamentales son, por su parte, vistas como la manera de hacerle frente al estrés. En el caso de las cognitivas, se destacan, como las más frecuentes, la indecisión, la actividad mental acelerada, la pérdida del sentido del humor y de la memoria, etc. En el caso de las respuestas comportamentales, sobresalen los diferentes estados de nerviosismo como morderse las uñas o no poder estar tranquilo, los trastornos alimentarios, fumar, etc.
Tipos de estrés
La Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) se refirió a tres tipos de estrés: agudo, agudo episódico y crónico.
Estrés agudo: es considerado la forma de estrés más frecuente. Surge como consecuencia de las exigencias y presiones de hechos que acaban de ocurrir en el pasado o que sucederán en el futuro como, por ejemplo, algún examen, algún cambio de vivienda, tener que inmigrar, etc.
Entre sus síntomas se encuentran la tensión, la irritabilidad, la ansiedad, la depresión, los problemas musculares como los dolores de cabeza y de espalda; los problemas estomacales como la flatulencia, la diarrea y el síndrome del intestino irritable, y la sobreexcitación pasajera que causa el aumento de la presión sanguínea, los mareos, la migraña, la dificultad para respirar y el dolor en el pecho. Aun así, este tipo de estrés es tratable y manejable, indicó la APA.
Estrés agudo episódico: este tipo de estrés, que es agudo y frecuente, se presenta en personas que llevan un ritmo de vida muy acelerado, pues suelen hacer varias cosas a la vez, pero puede que no cumplan de manera satisfactoria con ninguna o con parte de ellas. Estas personas tienden a estar tensas, de mal humor, agitadas y ansiosas, y a reaccionar mal, aunque no sea su intención.
Los síntomas de este tipo de estrés son los propios de una sobreagitación prolongada; es decir, dolores de cabeza continuos, migrañas, hipertensión, dolor en el pecho y enfermedad cardiaca.
Tratarlo implica, según la APA, una intervención en diferentes niveles, que puede requerir ayuda profesional y durar varios meses.
Estrés crónico: es un tipo de estrés que deteriora el estado de ánimo, los pensamientos y las conductas de la persona a lo largo del tiempo. Surge como consecuencia de problemas notorios como la violencia intrafamiliar, un trabajo o una carrera que no se disfruta, la pobreza, la discapacidad, la guerra, los traumas, un matrimonio infeliz, etc.
Uno de los problemas de este tipo de estrés es que sus síntomas pasan desapercibidos para el individuo, a diferencia de los síntomas del estrés agudo, ya que estos últimos son a corto plazo. El estrés crónico puede llevar, a su vez, a situaciones como los infartos, la apoplejía y el cáncer.
“Debido a que los recursos físicos y mentales se ven consumidos por el desgaste a largo plazo, los síntomas del estrés crónico son difíciles de tratar y pueden requerir tratamiento médico, de conducta y manejo del estrés”, afirmó el organismo, y acotó que el manejo del estrés es particularmente importante cuando en la familia hay antecedentes de hipertensión y otros problemas del corazón.
¿Qué podemos hacer para cuidarnos?
A continuación, damos varias recomendaciones para el cuidado de la salud física y mental frente al estrés:
Lea nuestro artículo ¡A cuidarnos!:
- Determina la causa del estrés. Ve bien la situación y analiza de manera objetiva por qué estás estresado y cómo puedes mejorar mediante cambios necesarios que tengas que hacer a fin de contribuir a tu salud, buen estado de ánimo y relaciones familiares, laborales y con amigos. Sin embargo, un psicólogo también te puede ayudar a hacerlo. Puedes incluso ver que el problema se puede afrontar, superar y que quizás no es tan grave.
- Toma decisiones acertadas y busca las mejores soluciones. Piensa siempre en tu salud y que los problemas tienen solución. A veces nos ofuscamos, nos obnubilamos y pensamos que no, pero sí se pueden vencer.
- Mantente atento a los cambios de ánimo, analízalos y trata de mejorar en ese aspecto. Recuerda que la salud es lo más importante, además del afecto, el amor, y la estabilidad emocional.
- Busca tiempo para ti y los tuyos. Compartir, disfrutar, reír en familia es esencial para una buena calidad de vida y gratos recuerdos.
- Cada vez que empiece el día ve sacando las tareas en orden decreciente, de manera ordenada y tranquila. No te sobrecargues ni te apures en hacer las cosas a la carrera. Todo a su debido tiempo, pero con constancia y terminando cada actividad, cumpliendo cada meta.
- Mantén la disciplina. Da lo mejor de ti siempre, pero que el trabajo y las actividades diarias no te desgasten física, emocional ni mentalmente.
- Cumple horarios, aun cuando estés teletrabajando. Ponte horarios, cúmplelos, sé disciplinado (o disciplinada). Es la única manera de ser productivo y de rendir cada día. Aun cuando estés trabajando fuera de la oficina, ponte pautas.
- Descansa y duerme.
- Practica ejercicios de relajación y respira.
- Evita el café, el tabaco, el alcohol y otras drogas.
- Aliméntate equilibradamente y toma agua.
- Medita y contempla.
- ¡Disfruta lo que más te guste hacer! Saca tiempo para ti y recréate.
- ¡Ama y recibe amor!
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