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Un buen diagnóstico y tratamiento es fundamental para la calidad de vida de la persona y su entorno

Humanizando los casos: lo que significa el trastorno bipolar

Escrito por Adriana Ramirez en .

Si te has preguntado alguna vez qué significa para la persona y su entorno el trastorno bipolar, el siguiente testimonio te puede dar luces.

Se trata de un relato breve pero completo de un hombre (se omite su identificación) cuya madre, quien murió en 2022, tenía esta condición de salud mental.

La idea es entender mejor lo que significa dicha condición, humanizar los casos, pues no se trata de solo síntomas, conductas, pensamientos y cifras, sino que cada uno es un ser humano que siente, sufre, ríe, llora, cae pero se levanta otra vez, lucha, sigue… Y la idea también es contribuir a la desestigmatización, a no ver solo a la persona por su afección, a no restarle méritos, segregarla o pensar que no es inteligente, sino todo lo contrario: el propósito es ver a ese individuo, hombre o mujer, niño o adolescente, como lo que es: un ser que, al igual que todos los demás, tiene un amplio caudal de habilidades, aptitudes y valores por brindar; que también ha conseguido triunfos y que alberga tanto sueños como aspiraciones en la vida.

Sin embargo, la sociedad, el personal sanitario, los Gobiernos, los medios de comunicación y el mismo cine desempeñan un papel crucial en ello no solo en cuanto a la creación y aplicación de políticas, infraestructuras, avances científicos y sociales (en lo  que a cada uno atañe), sino también en lo que respecta a la concientización, la aceptación, la tolerancia, la información y el entendimiento real ―y la no banalización ni de los casos ni del lenguaje― de esta afección.

Testimonio:

“Cuando hablamos de trastorno bipolar, hablamos de una persona que experimenta episodios de manía, cuya percepción de la realidad se distorsiona porque tiene tanta energía que todo es posible y no mide los riesgos. 

Cuando hablamos de trastorno bipolar, hablamos de una persona que sufre periodos de depresión, que observa un mundo oscuro y que siente tanta tristeza que quiere morirse.

Cuando hablamos de trastorno bipolar, pienso en mi mamá. Ella sufría de esta enfermedad. Como hijo, conviví con una persona que tenía episodios de hiperactividad, con pocas horas de sueño y mucha verborrea sin sentido o coherencia. Como no podía dormir, ella se ponía a lavar la ropa a las 2:00 de la mañana o hacer el almuerzo a esa hora o sacar las cosas de las gavetas en su cuarto para volverlas a guardar.

Para las personas cercanas, mi mamá resulta un poco chistosa; para mí, era mucha incomodidad, la cuidaba, la protegía de sus excesos, aunque a veces saliera maltratado por sus excesos de energía. 

Después estaba el otro extremo, mi mamá echada en su cama, sin vitalidad, diciendo que se quería morir. 

Ella tomaba litio, pero este medicamento no lograba estabilizarla del todo, siempre estaba un poquito por encima o un poquito por debajo. Después tomaba pastillas para poder dormir. Por mucho tiempo tomó levomepromazina y luego clonazepam. Si no lograba dormir bien, entonces se anticipaba una crisis o una tormenta para mí como su cuidador. 

Por mucho tiempo, mi mamá fue un conejillo de Indias para la farmacología, buscando el medicamento que lograse estabilizarla y tener una vida normal. A mí esta situación me molestaba mucho porque sentía que los médicos tratantes no hacían bien su trabajo. Finalmente conseguimos un especialista y dio con el medicamento adecuado: olanzapina. Sus crisis desaparecieron o sus episodios no se volvieron recurrentes; eso mejoró mucho su calidad de vida en sus últimos años. Solo que mi madre sufrió mucho por el exceso de farmacología, un diagnóstico incorrecto de su enfermedad que influyó en un deterioro cognitivo. Mi madre era una mujer muy inteligente, emprendedora, trabajó por mucho tiempo en un banco como secretaria ejecutiva bilingüe, sabía hablar español, inglés e italiano. 

Mi recomendación, si tienen un pariente que sufre de este tipo de condición: busquen a un especialista, no se vayan por la primera opinión y preocúpense por la medicación que recibe esta persona; ellos tienen derecho a una calidad de vida y pueden tener una vida normal. 

Y a las personas que son cuidadoras: busquen también cuidarse ustedes”.


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