Efectos de la xenofobia en la salud mental
A lo largo de la historia de la humanidad el hombre se ha desplazado de un lado a otro en busca de mejores condiciones de vida. En busca de alimentos. En busca de refugio. En busca de un clima más apto. En busca de paz, seguridad, estabilidad y libertad, y a veces también huyendo de desastres naturales. Lo mismo ocurre con los animales que se desplazan cada año, incluso por la necesidad de aparearse, y lo hacen por aire, mar o tierra.
En ese mismo camino de dejar el hogar y migrar hacia otro destino, del que a veces no se tiene mayor información sino la poca referencia de conocidos o porque es el que está más al alcance, pueden surgir situaciones que repercutan en la salud mental de la persona o de un grupo de ellas.
Incluso, estos mismos efectos pueden empezar desde antes de partir cuando el individuo, hombre o mujer, se enfrenta a una serie de sentimientos encontrados, tales como el miedo a la incertidumbre y al rechazo, y cuánto significará el cambio tanto de lugar y cultura como de nivel de vida y tiempo.
Sin embargo, en este mismo proceso de tomar la decisión de irse y de establecerse en otro sitio también influyen las condiciones de la inmigración, si es regular o irregular, si es individual o masiva, si es ordenada o desordenada, las políticas y leyes migratorias, el trato de las autoridades, el apoyo al ingreso a la actividad económica, social, cultural, psicosocial del lugar de destino y por cómo lo perciben los oriundos de dicho sitio (si incluso estos son, de por sí, cerrados al extranjero o al forastero).
No obstante, no siempre se tiene la posibilidad de elegir, sobre todo cuando el individuo se ve forzado a desplazarse por, entre otras razones, los conflictos armados, la violencia, las persecuciones, las amenazas o la pobreza.
La xenofobia es, por ello, una de las barreras con las que se topan algunas personas, quienes deben, además de sobreponerse a su propia situación, tratar de superar y seguir adelante, pero todo también dependerá del tipo de acto xenófobo, su frecuencia y gravedad, y los recursos individuales o colectivos del mismo migrante, refugiado o de un grupo de ellos para enfrentarlo.
Sin embargo, la xenofobia deja sus secuelas, que si no se manejan y no se tratan de manera oportuna, pueden causar consecuencias físicas y mentales como, por ejemplo, la depresión, la tristeza, la rabia, el estrés y el estrés postraumático.
“El bienestar psicosocial de la persona migrante puede verse perjudicado durante el proceso de integración a la nueva comunidad cuando, en lugar de encontrarse con aceptación y apoyo, se deben enfrentar exclusión social, violencia y episodios xenófobos. ¿El resultado? Si esto se repite y se repite, hay un evidente impacto negativo en la salud mental de la persona migrante, como el aumento del estrés y ansiedad o incluso que se agraven condiciones de salud mental preexistentes”, indicó Xenofobia Cero, iniciativa encabezada por la Organización Internacional de las Migraciones (OIM).
Cabe destacar que Xenofobia Cero fue creada, según su página web, para, primero, el uso y servicio de todas las personas que quieran levantar su voz contra la discriminación hacia los migrantes y, segundo, destacar los aportes de estos en pro de los países de origen, tránsito y destino.
Se debe señalar, en este sentido, que los migrantes tienden a aportar en gran medida en sectores prioritarios como lo son el de la salud, la educación y la tecnología.
“Cabe precisar que tanto la salud física como la salud mental están determinadas por múltiples factores tanto individuales como colectivos, los cuales pueden proteger o poner en riesgo la salud de una persona. Es decir, las características individuales, sociales, económicas y ambientales específicas de cada persona o grupo de personas, conocidas como determinantes sociales de la salud, son las que establecen si existe mayor o menor riesgo de repercusiones a la salud mental. No por el hecho de migrar, sino por la posible exposición a factores de riesgo, como el rechazo o marginación, pobreza, exclusión social y afectación por la separación familiar, falta de redes de apoyo e imposibilidad de inserción social en el país de destino”, señaló.
Sin embargo, las personas que están de tránsito, las que regresan a su país de origen por voluntad propia y las deportadas también se pueden ver expuestas al estigma, la segregación, la discriminación y la misma xenofobia, lo que puede repercutir aún más en su salud física, mental y emocional.
Cifras:
- De acuerdo con la OIM, para 2020 había 280,6 millones de migrantes en todo el mundo. De esta cantidad, el 48,1% eran mujeres, una población vulnerable, como consecuencia de, entre otras causas, las responsabilidades de familia que tiende a asumir, el menor acceso al trabajo en comparación con los hombres y el riesgo que corre de ser víctima de acoso o abuso sexual.
- De acuerdo con la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur), más de 82,4 millones de personas se habían visto obligadas a huir de sus hogares. De esta cantidad, 26,4 millones son refugiados y más de la mitad son menores de 18 años de edad.
- El 68% de todos los refugiados y venezolanos desplazados en el extranjero proviene (en el mismo orden en que son nombrados) de Siria, Venezuela, Afganistán, Sudán del Sur y Birmania.
- Los principales países de acogida de los refugiados y venezolanos desplazados (estos albergaban al menos 1,2 millones de personas) son (en orden decreciente y tal como son nombrados) Turquía, Colombia, Pakistán, Uganda y Alemania.
Qué es la xenofobia y algunos casos de repercusiones
“La xenofobia es un acto violento contra otra persona, inclusive si esta violencia no es física. Por tanto, las personas que experimentan actos xenófobos son víctimas de violencia y se suman a las situaciones adversas que experimentan las personas migrantes durante su proceso migratorio”, señaló.
De acuerdo con Xenofobia Cero, la xenofobia se manifiesta, básicamente, de dos maneras: primero, a través de actos que son violentos física y psicológicamente, y que ocurren de manera directa, y, segundo, mediante actos xenófobos de sociedades culturalmente reacias a aceptar al “extraño”, al “otro”.
“En muchas otras ocasiones, [la xenofobia] pasa desapercibida, pues es respaldada por nuestro propio sistema. Un ejemplo son las comunidades o sociedades donde es culturalmente aceptable incurrir en actos xenófobos. Esta violencia estructural y sistemática contribuye a la exclusión social de la población migrante, al crear barreras de acceso a los mismos trabajos, beneficios económicos, sociales y educativos que tienen otras poblaciones con características similares, solo por una cuestión de nacionalidad y procedencia. Es importante rescatar que en un mismo país, un grupo de migrantes de cierto país de origen puede ser víctima de xenofobia, mientras que otro grupo es bien recibido y acogido. La manera en que cada sociedad ha construido sus ideas sobre ese otro grupo que considera diferente, deseable o indeseable, determina los comportamientos xenófobos”, explicó.
Por su parte, Médicos Sin Fronteras (MSF) alertó de que, por ejemplo, los migrantes que se encuentran en el Darién, frontera natural y selvática entre Panamá y Colombia, afrontan desgaste mental. Esta zona es considerada, por cierto, una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo, debido a grupos armados que roban y a las violaciones, según una entrevista de la agencia EFE que fue difundida el 11 de junio de 2021.
Dado que algunas personas pasan más tiempo en esa zona, Raúl López, coordinador de terreno de MSF en el Darién, indicó que ahí es donde precisamente ven casos de salud mental que son muy complejos y, en ese sentido, se refirió a los migrantes que llegan a Lajas Blancas, una de las tres estaciones de recepción migratoria.
Señaló que los desplazados de esa estación migratoria presentan cuadros de ansiedad, intentos de autolesión o suicidio como consecuencia del tiempo que pasan ahí y de la incertidumbre que les genera su situación.
“[Hay] muchísimas necesidades de salud mental por la falta de información de qué va a pasar con ellos, por ver un futuro incierto”, dijo, según el medio.
El especialista habló de dos tipos de pacientes: los que llegan a Bajo Chiquito, la primera comunidad con la que se encuentran y en la que hay otra recepción migratoria, y los que están en Lajas Blancas. En Bajo Chiquito los migrantes buscan directamente alojamiento y el poder adecuarse.
“Hay casos en que llegan exhaustos y necesitan ese apoyo psicológico, pero sobre todo los casos en que han sufrido algún tipo de agresión, ya sea por asalto, robo y, sobre todo, la violencia sexual”, precisó.
Dicha frontera selvática es conocida como el Tapón del Darién y la atraviesan miles de migrantes que provienen de Suramérica y que aspiran a llegar a Estados Unidos o Canadá. Sin embargo, el medio agregó que, de acuerdo con autoridades, la gran mayoría de estos migrantes son haitianos que se fueron de su país como consecuencia del terremoto de 2010 y que se instalaron en Brasil y Chile. No obstante, también hay cubanos, personas provenientes de Asia y África, y algunos suramericanos.
Por su parte, Néstor Rubiano, referente de salud mental de MSF, en México, apuntó en una entrevista reciente con Superar Centro Integral de Psicología que las personas que hoy en día provienen del Triángulo Norte de Centroamérica, es decir, Guatemala, Honduras y El Salvador, atraviesan por un triple problema: la COVID-19, la violencia por las bandas criminales y la necesidad de surgir, debido a la pobreza. No obstante, a ello se agregan dos obstáculos más: el estigma y la xenofobia.
“Las personas que provienen del Triángulo Norte de Centroamérica vienen huyendo de la violencia y la falta de oportunidades. El COVID-19 es una preocupación y tratan de cuidarse, pero si no huyen, sus vidas corren peligro. Es un escenario desesperanzador el que atraviesan entre el COVID-19, la violencia y la falta de oportunidades. Y a esto se le suma, además, todo el estigma y la xenofobia que existe en contra de ellos, la instrumentalización y la persecución desde lo político. La verdad es que sufren de una manera irracional”, afirmó.
La COVID-19, por cierto, ha llevado, por un lado, a que personas estigmaticen, discriminen y segreguen a otras al señalarlas de estar contagiadas de la enfermedad y, por el otro, ha hecho, según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que la atención de la salud mental se frenara en el 93% de los países. Esto, pese a que ya antes de la pandemia la misma OMS había alertado de que, en general, los Gobiernos destinaban menos del 2% de los presupuestos de salud al área de la salud mental.
“De los 130 países analizados [en el estudio], más del 60% informó de interrupciones en los servicios para personas vulnerables, incluidos niños y adolescentes (72%), adultos mayores (70%) y mujeres que requieren servicios prenatales o posnatales (61%). Asimismo, el 67% vio interrupciones en el asesoramiento y la psicoterapia. Más de un tercio (35%) tuvo problemas en las intervenciones de emergencia, incluidas para personas que experimentan convulsiones prolongadas, síndrome severo de abstinencia por uso de sustancia y delirios”, agregó.
Una lectura de la xenofobia pero desde el psicoanálisis
Jerry Espinoza Rivera, autor del artículo El resurgimiento de la xenofobia y la crisis del multiculturalismo. Una lectura desde el psicoanálisis, hizo un análisis de la xenofobia pero partiendo de los aportes de la teoría psicoanalítica freudiana y lacaniana; también, de la propuesta de la democracia agonística de Chantal Mouffe.
Señaló que el austriaco Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, se interesó durante toda su vida por la xenofobia, en parte, por su religión judía, y también porque nació a mediados del siglo XIX en el Imperio austrohúngaro, que estaba decayendo, y en un ambiente de creciente antisemitismo.
El mismo Freud tuvo que emigrar en dos oportunidades: primero, de Moravia, donde había nacido, a Viena, más cosmopolita y tolerante, y, segundo, en 1938, al final de su vida, cuando huyó a Inglaterra, una vez que Austria fue ocupada y anexada a la Alemania nazi.
Dada la amenaza que representaba el surgimiento del nazismo y el aumento del antisemitismo en Alemania, Freud se sintió motivado a interesarse por el origen de la xenofobia a finales de los años veinte y, sobre todo, del antisemitismo.
Así, escribió El malestar en la cultura, obra en la que, según el articulista, abordó el inminente peligro que representaba la exacerbación de las pulsiones más primitivas y destructivas para Europa.
En esta indicó que, irónicamente, los antagonismos tendían a aumentar más en aquellas comunidades que compartían vínculos sanguíneos o históricos cercanos, a diferencia de las que no.
“En una ocasión me ocupé del fenómeno de que justamente comunidades vecinas, y aun muy próximas en todos los aspectos, se hostilizan y escarnecen; así, españoles y portugueses, alemanes del Norte y del Sur, ingleses y escoceses, etc. Le di el nombre de ‘narcicismo de las pequeñas diferencias’, que no aclara mucho las cosas. Pues bien: ahí se discierne una satisfacción relativamente cómoda e inofensiva de la inclinación agresiva, por cuyo intermedio se facilita la cohesión de los miembros de la comunidad”, citó.
A su vez, habló de la idea del psicoanalista francés Jacques Lacan quien sigue la teoría freudiana, pero, al mismo tiempo, rompe con ella al hacer una interpretación distinta de la constitución del yo, la cual retoma el “método paranoico-crítico” que propuso el artista español Salvador Dalí.
“Influenciado por el famoso pintor surrealista, Lacan sostiene que el yo por definición tiene una estructura paranoica, pues se constituye a partir de la identificación del niño con su imagen especular y la ilusión de completud. En el espejo, el niño se reconoce a sí mismo y percibe a la alteridad como algo ajeno a él y, por lo tanto, amenazante. Así, la paranoia para Lacan se convierte en la condición constituyente de nuestra subjetividad misma”, reseñó para indicar, asimismo, que, según esta interpretación, la xenofobia y la desconfianza con respecto al otro serían rasgos propios de la misma subjetividad de la persona.
Y como un tercer punto de vista habla de la idea de la teórica política belga Mouffe, para quien, aunque es normal que haya diferencias entre una comunidad y otra, eso no significa que se va a avalar la xenofobia ni que tampoco se tiene que ver necesariamente al “otro” como a un enemigo.
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