El impacto de la mala salud emocional en el organismo
El control de las emociones es esencial tanto en la salud mental como en la salud física. Aunque a veces no tenemos noción de cómo inciden el estrés, la tristeza, los nervios, la ansiedad, la depresión y hasta las rabietas en el organismo, hay que procurar controlarse, calmarse en la medida de lo posible y actuar sin que las emociones hagan mella en uno mismo y en los demás.
Está claro que cuando atravesamos por situaciones complicadas, que son repentinas o que han durado un buen tiempo, por ejemplo, una enfermedad, algún caso de violencia intrafamiliar, una discapacidad o un despido, no es tan sencillo controlar los sentimientos y pensamientos, las creencias, decisiones y relaciones, y los comportamientos.
Tampoco siempre es tan fácil saber cómo nos conducimos si seguimos los patrones que aprendimos de manera inconsciente en el hogar (tal es el caso de un padre, una madre o un cuidador principal que no sepa, por ejemplo, cómo manejar las situaciones con calma).
No obstante, si vemos lo que dicen los especialistas sobre los efectos de las emociones en el organismo, y analizamos cómo reaccionan nuestro cuerpo y nuestra mente, podremos ver cómo sí pueden ser perjudiciales y por qué hay que apelar a la inteligencia emocional para tratar de prevenir o manejar enfermedades crónicas (duraderas), que son la principal causa de muerte y discapacidad en el mundo y que constituyen un riesgo para las personas que las han padecido durante la COVID-19.
“Los problemas de salud mental no suceden de forma aislada. Se ha calculado que el 46% de las personas con un trastorno mental tienen un problema físico de larga duración (Naylor et. al., 2012). Un estudio recoge que, de media, las personas con una enfermedad mental grave tienen una esperanza de vida 20 años menor respecto a la población general. A menudo la causa de muerte es una enfermedad física evitable. Las personas afectadas por un problema de salud mental tienen más probabilidades de sufrir otras patologías como diabetes, cardiopatías y cáncer de colon y de mama, por ejemplo”, explicó el Observatorio Discapacidad Física, de Barcelona, España.
La ONG añadió que, por esa razón, en el momento de hacer referencia a la salud física o a la salud mental se debería tratar a ambas como un todo.
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Habló, pues, de varios aspectos que tienen que ver con el impacto de la salud mental en el cuerpo: la ansiedad y la depresión, los medicamentos, la falta de diagnósticos y los factores del estilo de vida.
Así, dijo que hay diferentes estudios que señalan la relación que existe entre la ansiedad y la depresión, dos de las condiciones mentales más comunes en el mundo, y el aumento del riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular y por cáncer.
En segundo lugar, hizo referencia al efecto secundario que pueden causar algunos medicamentos e indicó el caso de aquellas medicinas que llevan a un incremento en el peso corporal de quienes tienen problemas físicos o mentales, lo cual acarrea otras consecuencias como la obesidad, pero también la gordofobia. Esto último es entendido como el rechazo a la gente gorda o el miedo a engordar y, por consiguiente, el riesgo de sufrir de estrés, discriminación, baja autoestima, exclusión y estigma.
“A veces, los pacientes no reciben la suficiente información sobre la medicación que toman y los efectos que pueden provocar”, aseguró.
En tercer lugar, señaló que es frecuente ver las dolencias físicas de una persona, que tenga algún tipo de condición mental, como si fuesen tan solo una manifestación de su situación, en lugar de tratarse como una condición o afección separada.
“Esto puede causar un retraso en el tratamiento de las dolencias físicas de estas personas. Además, si no se realizan chequeos de la salud física de estos pacientes, por ejemplo en atención primaria, para identificar posibles dolencias de este tipo, el tratamiento tardará aún más en llegar”, afirmó.
En cuarto lugar, habló de factores del estilo de vida. Así, la exclusión o el estigma pueden incidir en la alimentación o en la ejercitación de individuos con condiciones físicas o mentales (de por sí, tanto la exclusión como el estigma siguen estando presentes en este último caso), o en la falta de una rutina diaria. Por ello, estas personas necesitan apoyo para mantener un buen estilo de vida.
La depresión y las enfermedades crónicas
La depresión es considerada, tal como ya se dijo, una de las principales condiciones de salud mental, y también una de las principales causas de discapacidad en el mundo.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Mental, de Estados Unidos (NIMH, por sus siglas en inglés), la depresión tiende a aumentar las probabilidades de que un individuo sufra algún tipo de enfermedad crónica y viceversa. Dichas enfermedades son:
- Enfermedad de Alzheimer.
- Enfermedades autoinmunitarias (por ejemplo, lupus eritematoso sistémico, artritis reumatoide y psoriasis).
- Cáncer.
- Enfermedad coronaria.
- Diabetes.
- Epilepsia.
- VIH/sida.
- Hipotiroidismo.
- Esclerosis múltiple.
- Enfermedad de Parkinson.
- Accidente cerebrovascular.
Sin embargo, esta condición puede surgir por diferentes razones, entre ellas, alguna afección (debido al diagnóstico, hay quienes se pueden sentir deprimidos, pero también hay personas que pueden afrontar mejor la enfermedad durante el tratamiento y la adaptación a esta), algún medicamento o la coexistencia con otra enfermedad. Esto último repercute más en la salud del sujeto, dados los síntomas que pueden ser más graves; en su estado de ánimo y en los gastos que debe afrontar por las afecciones.
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La depresión se caracteriza por, entre otros factores, un estado de tristeza que puede durar al menos dos semanas; vacío, desgano, insatisfacción, inquietud, irritabilidad, problemas de concentración, de sueño (se duerme mucho o muy poco) y alimentarios (se come mucho o muy poco), dolores corporales como los de cabeza, de estómago, calambres, que no tienen una causa física aparente y que no mejoran ni siquiera con tratamiento, o pensar acerca del suicidio.
El NIMH agregó que, además de otros factores de riesgo de depresión, existen enfermedades que pueden ejercer cambios en el cerebro y, así, incidir en dicha condición mental. Tal es el caso del párkinson o de los accidentes cerebrovasculares. También dijo que la misma ansiedad y el estrés que están relacionados con la afección que se esté viviendo en el momento pueden llevar a un cuadro de depresión.
Por otro lado, la depresión y las enfermedades crónicas afectan, asimismo, a los niños y adolescentes, quienes deben lidiar con el caso, pero también con las ganas de vivir, disfrutar y desenvolverse como los demás chicos de su edad.
Con respecto a la relación que existe entre la depresión y la salud física, el organismo añadió: “Por ejemplo, las personas con depresión tienen un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, accidentes cerebrovasculares, dolor y enfermedad de Alzheimer. Diversas investigaciones también sugieren que las personas con depresión pueden tener un mayor riesgo de osteoporosis. Las razones del mayor riesgo de otras enfermedades en las personas con depresión aún no están claras. Un factor de riesgo para algunas de estas enfermedades puede ser que muchas personas con depresión podrían tener menos acceso a una buena atención médica. También podrían tener mayor dificultad para cuidar de su salud (por ejemplo, buscar atención médica, tomar los medicamentos recetados, comer bien y hacer ejercicio).
Hay científicos que también están investigando si los cambios fisiológicos observados en la depresión pueden influir en el aumento del riesgo de presentar una enfermedad física. Los científicos han encontrado cambios en la forma en que funcionan varios sistemas corporales diferentes en las personas con depresión, lo que podría generar un impacto en la salud física. Estos incluyen: mayor inflamación, cambios en el control de la frecuencia cardiaca y la circulación sanguínea, anomalías en las hormonas del estrés y cambios metabólicos como los observados en personas con riesgo de diabetes”.
Por su parte, la página web Familydoctor.org, que dirige la Academia Estadounidense de Médicos de Familia (AAFP, por sus siglas en inglés), publicó que la mala salud emocional puede debilitar el sistema inmunitario, tan importante para prevenir enfermedades y resfriados, que se manifiestan, precisamente, en momentos difíciles.
También indicó que la persona que se sienta enojada, ansiosa o estresada no está en condiciones de ejercitarse, alimentarse equilibradamente ni de tomar algún medicamento que el médico le haya recetado. El consumo problemático de alcohol y otras drogas puede, asimismo, ser señal de algún problema emocional.
Así las cosas, enumeró varios casos de efectos perjudiciales de la mala salud emocional en la salud corporal:
- Dolor de espalda.
- Cambios en el apetito.
- Dolor de pecho.
- Estreñimiento o diarrea.
- Sequedad en la boca.
- Cansancio extremo.
- Dolor y malestar en general.
- Dolores de cabeza.
- Presión arterial alta.
- Insomnio (problemas para dormir).
- Desvanecimientos.
- Palpitaciones.
- Problemas sexuales.
- Dificultad para respirar.
- Rigidez en el cuello.
- Sudor.
- Dolor de estómago.
- Aumento o pérdida de peso.
Ya, para finalizar, puedes ver en la siguiente entrevista de Aprendemos Juntos que la neurocientífica española Nazareth Castillo habla sobre cómo funciona el cerebro, de qué manera influyen las emociones en la salud y cómo puede beneficiar la meditación en el combate de la mala salud emocional.
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