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Villacís cree que hoy en día en el Ecuador se están tomando las adicciones de una manera más seria, por lo que se ha entendido que se trata de un problema de salud pública; por ende, debe ser abordado, precisamente, desde la salud. Sin embargo, “aún falta camino por recorrer, todavía se criminaliza a los usadores de drogas, todavía se tiende a pensar en una relación lineal entre las adicciones y la violencia o la criminalidad, cuando no es así”, dijo

Lorena Villacís y el abordaje del estigma en cuanto a las adicciones

Escrito por Adriana Ramirez en .

Lorena Villacís, psicóloga clínica, magíster en desarrollo local y comunitario, y miembro de CON-DICCIÓN, Dispositivo Ambulatorio para Consumos Problemáticos de Alcohol y otras Drogas, de Superar Centro Integral de Psicología, se refiere en la siguiente entrevista a las adicciones, el estigma y la necesidad de que la sociedad y la misma familia sean espacios de inclusión y no de rechazo en el caso de personas con consumo problemático ―o no― de drogas, una situación que requiere la prevención, el tratamiento y el abordaje más cónsono de parte de diferentes ámbitos.

“Considero que la sociedad tiene una gran responsabilidad en el modo en el que acoge o rechaza a los usadores de drogas y más aún a quienes tienen una adicción, y también el papel de las familias ahí es importante porque muchas veces son espacios de exclusión, entonces los consumidores de drogas, sean problemáticos o no, están excluidos en lo social, y en lo familiar también, cada vez menos excluidos de la atención en salud pública, pero sí de las políticas y derechos en algunos sentidos”, afirmó.  

Villacís ha trabajado, entre otras áreas, en educación, y fue coordinadora de la Red Nacional de Prevención y Tratamiento del Consumo de Drogas en el Consejo Nacional del Control de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas (Consep, hoy Seted), de Ecuador.

También ha participado en el consejo asesor del Programa de Cooperación entre América Latina, el Caribe y la Unión Europea en Políticas sobre Drogas (Copolad- España) para la prevención de estándares de calidad para la prevención y el tratamiento del consumo de drogas.

En una entrevista anterior, que forma parte de una serie de trabajos sobre el estigma y las adicciones que se publicó en el blog de Superar, señaló que en Ecuador se han hecho tratamientos no profesionalizados ni éticos, en los que se han violado los derechos humanos de los pacientes y en los que no ha habido una evaluación para un diagnóstico diferenciado, de manera que puedan ser tratados de manera más especializada y profesional.

“A veces se han sometido a ‘tratamientos’ a personas que no tienen ningún problema con su consumo, solo por el hecho de ser consumidores de alguna droga, por ejemplo, adolescentes que se encuentran experimentando con alguna sustancia y que han sido internados en instituciones por largos periodos, privados del derecho a la educación, alejados de su círculo familiar y social, y expuestos a tratos, muchas veces, inhumanos”, explicó.

Para Villacís, lo más grave de esa situación es que tanto los consumidores problemáticos como sus familiares han sido convencidos de que han perdido sus derechos, han cometido un pecado o una falta, por el solo hecho de drogarse, y, por ello, deben pagar a como dé lugar.

Por otra parte, cabe destacar que CON-DICCIÓN, Dispositivo Ambulatorio para Consumos Problemáticos de Alcohol y otras Drogas, es un dispositivo intensivo, ambulatorio e integral, en el que se aborda, entre otros aspectos, la psicoeducación del paciente y sus parientes para evitar, precisamente, el problema del estigma, que genera exclusión, poco apego al tratamiento y, por ende, la posibilidad de que la persona no se recupere, además de más daños a su salud física y mental; conductas de riesgo, abusos de parte de otros, etc. 

1. Hábleme de su experiencia en el área de las adicciones.

―Mi interés en las adicciones viene desde hace varios años. Desde la universidad me pregunté por lo que ocurría en una adicción. Creo que era enigmático para mí el hecho de que una persona siga consumiendo a pesar de tener consecuencias graves para sí mismo y para su entorno. A partir de allí empecé a leer, a investigar desde lo académico y desde la teoría psicoanalítica; hice mi tesis sobre el proceso de duelo en la renuncia a las drogas. Una vez graduada, me vinculé laboralmente al entonces Consep y desde allí trabajé en la coordinación de una red de prevención integral del uso de drogas, intentando construir nuevos modos de entender los consumos de drogas, que se alejen del discurso prohibicionista y trabajando en prevención integral. Luego de eso me vinculé al trabajo clínico desde el psicoanálisis, es decir, a la atención a pacientes con adicciones crónicas y a sus familias en una comunidad terapéutica, y desde el dispositivo CON-DICCIÓN en Superar, a pacientes con consumos problemáticos; en ese campo he estado desde hace siete años. 

2. ¿Qué piensa usted acerca de las adicciones en este momento en Ecuador y qué papel desempeñan la familia y la sociedad?

―Las adicciones han existido siempre, los seres humanos solemos hacer relaciones complejas con los objetos, con las personas, etc.; creo que en el Ecuador no hay excepciones. Se habla de un auge de las adicciones en este tiempo. Esto siempre habrá que tomarlo con tino, no es tan sencillo afirmar que hoy en día hay más adicciones que antes; sin embargo, hoy se habla un poco más de las adicciones, la mayoría de las veces desde los discursos morales, pero, también, en buena hora, desde la salud pública, y creo que en el Ecuador estamos tomando las adicciones un poco más en serio; es decir, entendiendo que es un problema de la salud pública y que entonces debe ser atendido desde ese ámbito, desde la salud. Aún falta camino por recorrer, todavía se criminaliza a los usadores de drogas, todavía se tiende a pensar en una relación lineal entre las adicciones y la violencia o la criminalidad, cuando no es así. 

Considero que la sociedad tiene una gran responsabilidad en el modo en el que acoge o rechaza a los usadores de drogas y más aún a quienes tienen una adicción, y también el papel de las familias ahí es importante porque muchas veces son espacios de exclusión, entonces los consumidores de drogas, sean problemáticos o no, están excluidos en lo social, y en lo familiar también, cada vez menos excluidos de la atención en salud pública, pero sí de las políticas y derechos en algunos sentidos.  

3. ¿Cómo la psicología puede ayudar a mejorar en el caso de las adicciones en el Ecuador?

―La psicología cumple un papel importante en cuanto al abordaje y atención de las personas que padecen adicciones. En otras palabras, hacer saber que la adicción es una condición que debe ser tratada por profesionales de la salud mental. Dentro de la psicología se dice que las adicciones son enfermedades serias; por lo tanto, requieren abordajes serios, éticos y profesionales. Pero también la psicología puede aportar a romper el estigma y sus consecuencias, acercando los servicios de atención a las personas que ameritan que las atiendan, psicoeducando a la población, a las familias, y haciendo más cortas las brechas de accesibilidad y disponibilidad de los tratamientos. 

4. Usted ha trabajado, además, en instituciones educativas. Hábleme de esa experiencia.

―Trabajé durante dos años en una institución educativa. Fue una experiencia de muchísimo aprendizaje. El trabajo con los niños, niñas y adolescentes es muy enriquecedor, pero también el trabajo con los docentes y con los padres de familia. En esta institución había mucha apertura a trabajar con el área de psicología; es decir, se tomaba muy en serio lo que puede hacer un problema en cada estudiante y que pueda estar afectando su aprendizaje. Se respetaban mucho los ritmos y tiempos de aprendizaje de cada uno, así como lo subjetivo que existe en el proceso de aprendizaje. Allí pude, asimismo, atender algunos casos de adolescentes que tenían interés por el consumo de algunas drogas, y construimos algunos proyectos de prevención que abordaban el consumo de drogas desde otra perspectiva, abriendo espacios para hablar sobre drogas, y no para asustar. Esa fue una experiencia bastante importante. 

5. ¿Cuáles son sus principales preocupaciones con respecto al ser humano y a la sociedad en general?

―Creo que actualmente en la sociedad hay un empuje muy fuerte a lo que desde el psicoanálisis conocemos como un goce sin límites, total y sobre todo a un consumismo fuerte no solo de drogas, sino de cualquier objeto que venga a darnos la ilusión de completarnos y llenarnos. No hay un espacio para la falla, para lo incompleto, para aquello que no anda; es más aquello que no anda lo que está visto como algo malo, hay que estar siempre bien, hay que ser siempre felices, positivos, hay que huir del dolor, mientras menos sintamos y más consumamos es mejor, y esto es algo preocupante, porque cada vez nos olvidamos de la subjetividad. 

6. Hábleme del estigma en cuanto a las adicciones y a la salud mental.

―Las drogas tienen un estigma, tienen la marca de ser malas y de ocasionar la mayoría de los problemas sociales. Cuando usted escucha sobre un acto de violencia lo asocia con las drogas; cuando se habla sobre criminalidad se lo asocia con las drogas; cuando se habla de la tan famosa decadencia de valores, también se la asocia con las drogas. Entonces, si sobre este objeto, porque las drogas son objetos, recaen tantas marcas, prejuicios, etc., imaginemos sobre aquellos que usan drogas. Si las drogas son malas, entonces los que las usan son malos; si las drogas causan violencia, entonces quienes las usan son violentos, etc., y a partir de allí se construyen imaginarios sobre los consumidores, incluso no teniendo un problema con las drogas. Así, tanto quienes sí tienen un problema como quienes tienen una adicción son aún peor vistos por la sociedad y esto ha generado un sinnúmero de malas prácticas en cuanto a la atención de salud que requieren; tanto así que la atención brindada por el Estado, que es una obligación, es reciente. El primer centro de atención estatal se crea en el año 2014; solamente siete años atrás. 

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