Discapacidad, una fuente de aprendizaje, trabajo y superación
En este mes de diciembre, específicamente el día 3, se conmemora un año más del Día Internacional de las Personas con Discapacidad. La fecha cobra suma importancia por dos razones: alabar, por un lado, los avances en la materia, y, por el otro, recordar los pendientes.
En este sentido, la efeméride sirve, en primer lugar, como recordatorio para aplaudir los avances (programas, políticas, leyes y reglamentos, adelantos tecnológicos y científicos, etc.) que se han hecho a escala mundial en pro de la calidad de vida de las personas con discapacidad y la de sus familias.
En segundo lugar, sirve para hacer un llamado a la sociedad en general, los Gobiernos, los entes educativos y sanitarios, los empleadores, etc., para que se adopten y cumplan políticas inclusivas que aporten al desarrollo de esta parte de la población, la cual tiene los mismos derechos humanos que el resto.
También cobra importancia para luchar por que se les facilite la vida mediante, por ejemplo, más oportunidades de trabajo, acordes con su preparación; participación y decisión; independencia, educación; distracción y cultura; transporte, protección, atención médica asequible y accesible, incluyendo los servicios de rehabilitación y la dotación de dispositivos auxiliares; acceso a la justicia; acceso pleno a los inmuebles y vías públicas, y acceso a la comunicación y la información.
Asimismo, la fecha invita a abogar por la eliminación de los prejuicios, estigmas, estereotipos, segregación y exclusión que los afecta de manera física, mental, emocional y social, ya que los subestima y aparta.
El objetivo, a su vez, es que puedan disfrutar de una vida plena y en igualdad de condiciones que las demás personas; una vida en la que gocen de las mismas oportunidades de estudios (de acceso, permanencia y superación de los cursos), trabajo e ingresos dignos, vivienda digna y adaptada, comunicación e información comprensible para ellos, interrelación con los demás, evitación de la violencia, agresiones, burlas y comentarios ofensivos; en fin, de avances.
Numerosos son los casos, pues, de personas con discapacidad que se han destacado no solo por sus limitaciones, que, en realidad, las tienen todos los seres humanos, sino por algo mucho más importante aún: sus aptitudes, habilidades, destrezas, conocimientos y, en especial, logros.En este sentido, el físico teórico Stephen Hawking, el cantante Andrea Bocelli, el deportista Terry Fox y el matemático y premio nobel de Economía, John Nash, son ejemplos de perseverancia para la historia y, por ello mismo, siempre recordados.
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Cualquiera puede tener una discapacidad
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mayoría de las personas puede atravesar por alguna o varias discapacidades, temporales o permanentes, a lo largo de su vida.
Este dato, que de por sí es alertador, se suma a otros del último Informe mundial sobre la discapacidad, de la misma OMS y del Banco Mundial (BM), y el cual se publicó en 2011. El estudio indicó que las personas con discapacidad representan alrededor del 15% de la población de todo el planeta, es decir, más de 1.000 millones de seres humanos, y aquellos que viven en países subdesarrollados afrontan un mayor riesgo de presentar esta condición que los que no.
A su vez, se prevé que las personas con discapacidad sigan aumentando tanto por el envejecimiento de la población mundial (los adultos mayores tienen un mayor riesgo de afrontar algún tipo de discapacidad) como por el incremento de casos de enfermedades crónicas que estén relacionadas con esta condición. Tal es el caso de la diabetes, las afecciones cardiovasculares, el cáncer y los problemas de salud mental.
Sin embargo, cabe destacar que no todas las personas con discapacidad presentan las mismas limitaciones. Algunos requieren más asistencia y cuidado que otros.
“Las visiones estereotipadas de la discapacidad insisten en los usuarios en sillas de ruedas y en algunos otros grupos ‘clásicos’ como las personas ciegas o sordas. Sin embargo, a causa de la interacción entre problemas de salud, factores personales y factores ambientales existe una enorme variabilidad en la experiencia de la discapacidad. Aunque la discapacidad se correlaciona con desventaja, no todas las personas discapacitadas tienen las mismas desventajas. Aparte de los obstáculos discapacitantes, las mujeres con discapacidad sufren discriminación de género. Las tasas de matriculación difieren según el tipo de deficiencia; así, los niños con deficiencias físicas suelen correr con mejor suerte que los que padecen deficiencias intelectuales o sensoriales. Los más excluidos del mercado laboral son los que presentan problemas de salud mental o deficiencia intelectual. Las personas con deficiencias más acusadas experimentan con frecuencia mayor desventaja, tal como se ha constatado en innumerables contextos, desde la Guatemala rural hasta Europa”, afirmó.
Así, las personas que corren un mayor riesgo de presentar discapacidad son aquellas que viven en países de ingresos bajos, las mujeres, los niños de familias más pobres y aquellos que pertenecen a grupos étnicos minoritarios, los adultos mayores; los más necesitados, los desempleados o aquellos que cuentan con pocos estudios.
Algunas de las causas de esta situación, además de los factores genéticos que hacen más proclive a la persona de afrontar algún tipo de discapacidad en particular, son la violencia y las agresiones que pueden causar daños físicos y mentales; los accidentes de tránsito o laborales, los riesgos psicosociales en el trabajo, los desastres naturales, la falta de acceso a los servicios de salud de calidad, la mala alimentación, la pobreza, el consumo de alcohol, tabaco y otras drogas, las infecciones, la depresión, las enfermedades crónicas y las discapacitantes.
Asimismo, es necesario destacar que los Gobiernos dispongan de información y estadísticas tanto completas como actualizadas sobre las personas con discapacidad ―y el tipo de esta― en cada país, los servicios que se proveen, las políticas y programas creados e implementados, el cumplimiento o no de las leyes (y si estas existen), las deficiencias, etc.
De este modo, se pueden mejorar las acciones en pro de dicha población, su familia y cuidadores, tomando en cuenta que muchas veces son los mismos parientes los principales responsables del cuidado y protección de estos individuos, y son los que costean, si no todos, buena parte de sus gastos, dado que a veces carecen de seguros, políticas sociales y hasta de empleo e ingresos por ser cuidadores.
“Muy pocos países compilan datos que permitan el desglose en el sector de la salud según la discapacidad. Durante la pandemia de la COVID-19 este hecho ha sido muy evidente, puesto que los países no incluyeron la discapacidad en su respuesta al control de la pandemia. Ello dejó expuestas a las personas con discapacidad a que corrieran, en mayor grado, tres riesgos con consecuencias devastadoras: el riesgo de contraer la COVID-19; de cursar la enfermedad con síntomas graves o de morir por su causa, además de tener una peor salud durante la pandemia y después, estuvieran o no infectados por la covid”, señaló la OMS.
Dichos riesgos por la pandemia se deben a, por ejemplo, la falta de acceso a los centros de salud por los confinamientos prolongados; la prohibición del tránsito en algunas zonas y la suspensión de servicios médicos; las condiciones de salud propias de cada persona; la discontinuación de tratamientos o la falta de realización de exámenes; la falta de información accesible y adaptada a las necesidades de cada quien; el desempleo, la caída de los ingresos o la falta de seguros, y el mismo miedo a los contagios.
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La discapacidad y la salud mental
La manera como influye la discapacidad en el individuo depende de diferentes factores. Tal es el caso del tipo de discapacidad; del momento de la vida en que surge y se desarrolla; de la misma resiliencia y capacidad de adaptación de la persona a la situación; del apoyo, comprensión e involucramiento del entorno, incluyendo, en primer lugar, a su familia y cuidadores; del cumplimiento de sus derechos humanos, y de la cultura inclusiva y tolerante de la sociedad.
La discapacidad, en principio, puede afectar la autoestima y seguridad en sí misma de la persona que la afronta, pues se puede sentir temerosa, limitada, impotente, con poca confianza o rechazada por los demás, creer que no está apta para estudiar, trabajar o relacionarse (o no querer hacerlo por miedo al rechazo), o siquiera sentirse apática para movilizarse.
No obstante, su autoestima, capacidad de adaptación y superación la ayudará a enfrentar un proceso que, si bien puede implicar dificultades de desplazamiento y acceso a infraestructuras y vías públicas, comprensión y comunicación, aprendizaje, etc., también puede dar muchas satisfacciones al ver cómo sí se pueden sobreponer a las barreras, fortalecerse, sentirse orgullosos de sí mismos, desarrollar capacidades conocidas o no y surgir.
Sin embargo, la discapacidad también puede generar estrés. Los altos costos de los servicios de salud, exámenes, medicinas o dispositivos auxiliares; las dificultades para ingresar a los centros educativos y a los puestos de trabajo que estén acordes con sus estudios, preparación y capacidades; la dependencia, incluso económica, con respecto a otras personas; el maltrato o explotación del que pueden ser víctimas, etc., los perjudica física, mental y emocionalmente, y la situación se torna cada vez peor si están luchando solos contra el problema o si la misma familia no sabe cómo abordarlo.
Por eso, es muy importante acudir a especialistas en busca de ayuda para afrontar juntos la situación. Esto le servirá a la persona para que se pueda sentir comprendida, apoyada, querida, respetada y asistida, y le servirá a la familia para aprender estrategias que le permitan manejar mejor el caso.
Por otro lado, la ONG Confederación Salud Mental de España, que también citó a la OMS, publicó que el organismo internacional calcula que para el año 2030 los problemas de salud mental serán la principal causa de discapacidad en todo el mundo. De hecho, se calcula que la depresión y la ansiedad son de las principales causas de discapacidad hoy en día.
De ahí que hayan hecho un llamado en 2018 para que se trabaje en la prevención de dichas condiciones en el caso de los jóvenes, y en la diversidad e inclusión en los centros educativos como punto de partida para evitar esta situación.
“La salud mental infanto-juvenil es una de las principales asignaturas pendientes de la sanidad española que es urgente mejorar. Según la OMS, la prevalencia de problemas de salud mental en la población infantil y adolescente se estima en un 10% y un 20%. Además, la mitad de los trastornos mentales aparecen por primera vez antes de los 14 años y más del 70% comienza antes de los 18 años”, señaló.
De ahí que también sea muy importante poner la lupa en la atención oportuna y profesional de los problemas de aprendizaje y comunicación, el bullying, el ciberacoso, las adicciones, la violencia intrafamiliar y los divorcios mal llevados, los traumas y el estrés postraumático, los problemas de salud mental graves, etc., que pueden incidir en la salud mental, física y emocional de los niños y adolescentes.
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Recursos útiles para una mejor comunicación para todos
A continuación, puedes ver dos recursos útiles para que, si lo deseas, informes o hables de la discapacidad o sobre cualquier otro tema pero de manera adaptada, apropiada y comprensible para todos por igual.
Guía rápida para periodistas, de la ONG española Plena Inclusión
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