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Todas las personas pueden aprender y desarrollar la resiliencia

¿Cómo te puede ayudar la resiliencia?

Escrito por Adriana Ramirez en .

Seguramente has oído hablar de la resiliencia. ¿Qué es? ¿Por qué es tan importante? ¿Cómo te puede ayudar?

Todos atravesamos por momentos difíciles para los cuales necesitamos un acopio de recursos que son necesarios a fin de superar dichos momentos de la mejor manera posible y, así, poder avanzar en la vida y aprender de esas experiencias para fortalecernos. 

La aspiración es no estancarnos, sumirnos en la crisis que generan las adversidades y, de algún modo, una vez que superamos la situación (aunque también depende de esta), sentirnos orgullosos de nosotros mismos y tanto entender, empatizar, como ayudar a quien también está atravesando por una situación compleja.

La resiliencia, pues, vista como la capacidad que tenemos las personas para afrontar, adaptarnos y sobreponernos a las vicisitudes propias de la vida, por ejemplo, la muerte de algún ser querido, el desempleo, la guerra, la inmigración, la pérdida de una vivienda, la ruina, alguna enfermedad, alguna ruptura amorosa, etc., nos permite conocernos a nosotros mismos, mejorar nuestras habilidades para manejar las situaciones y nuestros sentimientos y emociones, aprender a tomar decisiones y crecer. Con esto nos podemos preparar, de algún modo, ante otros hechos similares o más graves en el futuro.

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Pero la resiliencia también es un proceso que amerita tiempo y esfuerzo. Sabemos que es muy difícil aceptar de buenas a primeras los cambios imprevistos o incluso temidos, y sabemos que algunos casos pueden causar traumas, estrés, depresión, ansiedad, miedo,  rechazo, inseguridad, incertidumbre, desamparo, resentimiento, rabia, frustración, etc. 

Sin embargo, también sabemos que por los sentimientos, pensamientos y las acciones que implican las distintas situaciones es muy importante hablar sobre lo que nos pasa, pedir ayuda si sentimos que la necesitamos (o brindarla), pues no siempre podemos solos, y seguir recomendaciones que nos lleven a ver el caso desde otra óptica y con más optimismo o, al menos, fortaleza.

Si pedimos ayuda en el momento oportuno, podremos evitar consecuencias mayores para nuestra salud física, mental y emocional; para nuestras relaciones y desempeño diario.

Si recibimos la noticia de que, por ejemplo, algún hijo presenta algún tipo de discapacidad, ¿cómo actuamos? ¿Qué podemos esperar? ¿Cómo lo podemos afrontar de la mejor manera posible y apelar al afecto, la comprensión, el respeto, la tolerancia, la inclusión y tantos otros valores que necesitamos día a día no solo por un problema en particular, sino porque nos permiten ser más solidarios, entender y colaborar con los demás? ¿Cómo podemos apelar a la información veraz y al intercambio de experiencias para manejar mejor la situación?

Ese es apenas uno de los tantos casos que cualquiera puede vivir y para los cuales quizás no estamos preparados, pero por eso mismo la resiliencia pasa a cobrar una importancia determinante en la búsqueda de soluciones, adaptación y avance.

Hablemos más sobre la resiliencia

“La resiliencia es el proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares o de relaciones personales, problemas serios de salud o situaciones estresantes de trabajo o financieras. Significa ‘rebotar’ de una experiencia difícil como si uno fuera una bola o un resorte”, indicó la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés). 

La organización agregó que la resiliencia no es un factor que algunas personas tengan, y otras no, pues, en realidad, se puede aprender y desarrollar. Para algunos puede ser más difícil que para otros el poder adaptarse y superar los problemas, pero, en general, la resiliencia sí se puede desarrollar.

“Ser resiliente no significa que la persona no experimenta dificultades o angustias. El dolor emocional y la tristeza son comunes en las personas que han sufrido grandes adversidades o traumas en sus vidas. De hecho, el camino hacia la resiliencia probablemente está lleno de obstáculos que afectan nuestro estado emocional. La resiliencia no es una característica que la gente tiene o no tiene. Incluye conductas, pensamientos y acciones que pueden ser aprendidas y desarrolladas por cualquier persona”, señaló.

Por su parte, la Fundación Pasqual Maragall, especializada en alzhéimer, informó que las personas que tienen familiares con esta condición pueden llegar a sufrir mucho, pero, a su vez, también pueden crecer como seres humanos y hasta cambiar su escala de valores y prioridades.

“La resiliencia se construye a partir de la vivencia del sufrimiento emocional y nos ayuda a mantener o mejorar la estabilidad mental ante las situaciones vitales estresantes. Es algo que, a menudo, se genera de forma espontánea pero hay estrategias que pueden ayudarnos a potenciarlas y que podemos poner en práctica cuando nos encontremos en situaciones vitales difíciles”, explicó.

Se refirió, del mismo modo, a los cuidadores, quienes, siendo o no parientes de la persona con alzhéimer, desempeñan un papel fundamental en cuanto a atención y compañía, pero, al mismo tiempo, pueden atravesar por cuadros de estrés y depresión por la misma angustia, tristeza, impotencia, el no tener tiempo para sí mismos, etc., que genera la situación.

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Por esto, habla de la necesidad de aprender a manejar los sentimientos, que pueden llegar a ser positivos o negativos, y hasta contradictorios o ambivalentes. Para ello, también recomienda aprender a reconocer y manejar los sentimientos y las emociones, y desechar aquellos que no beneficien al cuidador y tampoco al paciente; a interpretar o valorar las situaciones que se viven (o cambiar la interpretación o valoración que hagamos de estas), ya que la reacción emocional se deriva, por lo general, de dichas interpretaciones.

“Algunos atributos personales favorecen la resiliencia, por ejemplo, la autoestima, la capacidad para resolver problemas o la competencia social. También la favorecen los apoyos familiares o sociales con los que contamos. Además, una actitud positiva también propiciará nuestro bienestar y capacidad de superación. La clave es identificar lo que a cada uno le pueda funcionar mejor para desarrollar estrategias propias”, acotó.


Es muy importante que gocemos de una buena autoestima, apoyo y relaciones, a fin de contar con las herramientas necesarias para luchar y avanzar en la vida, pese a los obstáculos / Crédito: Freepik

La resiliencia y la infancia

La ecuatoriana María Caridad Araujo, jefa de la División de Diversidad y Género del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), escribió en 2016 sobre la necesidad e importancia de la resiliencia en los afectados por el terremoto que sacudió a los habitantes de la costa.

Para el momento en que hizo el artículo, habría, según datos de Unicef que fueron citados por la prensa, alrededor de 150.000 niños afectados, y esta situación movilizó la solidaridad y ayuda de otras personas y países que contribuyeron con alimentos, medicinas, dinero, etc.

Por ello, viene al caso el análisis que hace sobre la resiliencia y cómo esta empieza a construirse desde la niñez, según estudios científicos que se publicaron para la época.

“La resiliencia no es algo con lo que se nace. Al igual que muchas destrezas, es una combinación de nuestros genes y nuestras experiencias. En otras palabras, la resiliencia se construye a lo largo de la vida. Sin embargo, los avances científicos recientes sugieren que los primeros cinco años de vida son esenciales en la construcción de esta resiliencia. Es precisamente durante este periodo cuando se configura la arquitectura del cerebro y se desarrolla el mayor número de conexiones neuronales”, dijo.

Por eso, habla también de la importancia que cobran las relaciones en cuanto a calidad y cantidad en la infancia (en, realidad, en todas las etapas de la vida) para proveer a los niños de amor, protección, seguridad y seguridad en sí mismos, de manera que se desarrollen las bases de su desarrollo.

“La ciencia identifica un factor sin el cual es imposible adquirir resiliencia: cada niño necesita tener al menos una relación estable, una relación con un adulto que lo ame y le brinde apoyo y protección, sea este su padre, su padre o cuidador principal. Si esta relación, además, es cálida y receptiva, se sientan los cimientos de un desarrollo saludable”, explicó.

Asimismo, mencionó otros dos factores que son importantes para optimizar la resiliencia ante diferentes tipos de dificultades, y se refirió a una en especial: la cantidad de experiencias que devuelven la esperanza o que conectan con tradiciones culturales.

Sin embargo, aclaró que la resiliencia se puede desarrollar en cualquier momento, lo cual es un aliciente en caso de que no sepamos cómo actuar ante un problema que nos agobie, que haga que nos sintamos hundidos y sin esperanza, soluciones ni apoyo.

“A pesar de que la primera infancia es la etapa de la vida en la cual el cerebro humano es más plástico y adaptable que en ninguna otra y por lo tanto puede desarrollarse a un ritmo que no se repite más, esto no quiere decir que la resiliencia no se puede construir también más adelante. Un estilo de vida saludable, el ejercicio físico, la meditación, y otras prácticas reductoras del estrés ayudan a niños y adultos a mejorar su autorregulación y resiliencia”, afirmó.

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Recomendaciones para desarrollar la resiliencia

  • Relaciónate. No te aísles. Es cierto que a veces queremos estar solos, no hablar sobre los que nos pasa, pero si nos relacionamos con las personas que nos aman, respetan, ayudan y orientan, si nos comunicamos, podemos encontrar otros puntos de vista sobre la situación que estemos viviendo. De este modo, podemos sentirnos comprendidos, pero también hallar las mejores perspectivas y soluciones.
  • No veas la crisis como el fin de todo o como un problema que no puedas superar. La vida es evolución, cambios constantes (nada es estático), y todos podemos avanzar pese a los obstáculos. Todos podemos contar con las herramientas necesarias para hacerlo, pues todos somos valiosos, capaces, gozamos de habilidades y aptitudes que nos hacen únicos y buenos en nuestras áreas. Así que todos podemos avanzar, por muy cuesta arriba que se vea el camino en un momento dado.
  • Mejora y fortalece la autoestima. El amor propio es fundamental. Si nos queremos, apreciamos y respetamos por lo que somos y lo que hemos logrado, por muy pequeño que sea para los demás, sí debe ser grande para nosotros mismos, puesto que nosotros sabemos lo que nos costó alcanzarlo. Si nos aceptamos tal y como somos y corregimos aquello que no nos agrada, podremos aceptar los cambios, adaptarnos y seguir hacia adelante, y tanto aceptar como valorar a los demás.
  • Ve las cosas en perspectiva. A veces no vemos los problemas en toda su dimensión, analizando los porqués, las consecuencias y las posibles soluciones, ya que nos sentimos ofuscados, obnubilados, pero si los estudiamos con calma, podremos hallar respuestas y resolverlos con seguridad y certidumbre.
  • Fomenta el optimismo. La esperanza y el optimismo ayudan a llenarse de ánimo y energía, y a buscar soluciones y objetivos realistas, pero sin afectar a nadie.  

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