La protección de la salud mental debe ser siempre
Este 10 de octubre se celebró el Día Mundial de la Salud Mental. Sin embargo, la salud mental, un derecho tan importante como la salud física, debe fomentarse y protegerse todos los días en todas partes del mundo.
Las razones son tan obvias como numerosas, pero a veces también ignoradas, muchas veces por falta de diagnóstico a tiempo o de un buen diagnóstico (completo, con base en el análisis concienzudo de los síntomas, sin patologizar, sobremedicalizar ni inframedicalizar):
- Sin salud mental no hay salud física (ambas áreas son indivisibles). Así como prestamos atención a los problemas del cuerpo, por ejemplo, una fractura de rodilla, una caries o una afección renal, también debemos actuar ante las condiciones mentales o los problemas que nos puedan generar, entre otras consecuencias, estrés, depresión, ansiedad, etc.
- Lo que sucede en la mente se manifiesta en el cuerpo. Veamos: ¿no te ha pasado que estás muy nervioso o tenso por la enfermedad de algún familiar o por una enfermedad que tú mismo estés atravesando, y entonces empiezas a tener dolor de cabeza, de estómago, o cambios en las defecaciones, problemas para dormir o cardiacos, ganas de llorar, gritar, escapar, te sientes irritable…? Quizás también puedes tener problemas para concentrarte y rendir, lo que podría traer consecuencias en todos los ámbitos, mas en algunos es especialmente notorio, tal es el caso del sanitario, donde se trata con la vida de las personas.
- ¿Te imaginas estar viviendo una situación de aislamiento, ensimismamiento, impotencia, dolor, etc., por alguna discapacidad o algún tipo de problema de aprendizaje que te impida, en algún momento dado, dar lo mejor de ti, pese a saber que posees todo el potencial, la inteligencia y la capacidad para lograr lo que te propongas? ¿O que sientas rabia al ver que otras personas, quizás porque no entienden la situación por falta de conocimientos, información, empatía y solidaridad; por inmadurez o indolencia, se burlan, segregan, excluyen, pues consideran que la discapacidad o los problemas de aprendizaje imposibilitan o disminuyen a ti o a quien los presenta?
- ¿Sabes de alguna persona que haya sido abandonada o maltratada por adicciones, alzhéimer, demencia…?
- ¿Sabes de alguna mujer, que embarazada o que ya haya tenido a su bebé, esté atravesando por estrés, depresión o el trastorno de estrés postraumático, y que quizás no sepa cómo manejar la situación, se sienta culpable y no lo comente?
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Pues bien, situaciones de ese tipo, e incluso por otras condiciones, repercuten no solo en el bienestar psicológico y emocional del individuo y su entorno, sino también en su bienestar físico. Los problemas alimentarios, los de consumo problemático de alcohol u otras drogas y las conductas autolesivas son algunos ejemplos de lo que podrían conllevar casos así, lo que acarreará consecuencias para la salud; problemas de conducta, el deterioro de las relaciones con los demás y hasta la misma afectación de la economía personal y familiar.
Pero entonces ¿qué se puede hacer? ¿Cómo la familia o los amigos pueden ayudar? ¿Por qué los especialistas son importantes?
Aunque hablar no siempre sea sencillo, hay que hacerlo. Hay que pedir ayuda cuando se necesite y no dejar que el problema avance, así como no lo hacemos (o es lo que se espera) en el caso de una enfermedad física.
En segundo lugar, el entorno tiene que estar atento a los cambios en el estado de ánimo, de conducta, a los pensamientos de la persona (si los expresa), y brindar ayuda de manera inmediata (no cuestionar, criticar ni ignorar).
En tercer lugar, se debe consultar a los especialistas más calificados en el área de su competencia, especialistas que sean capaces de analizar los síntomas, intervenir y tratar a tiempo y de manera integral.
Ahora bien, ¿cuál es la situación de la salud mental en el mundo?
Entes internacionales como la Organización Panamericana de la Salud (OPS) dicen que, aun cuando la salud mental es fundamental en el ser humano, las cifras demuestran lo contrario.
Esto es así por diferentes factores, entre ellos, la falta de inversión gubernamental, la falta de conciencia sobre la importancia de la salud mental, la falta de inclusión, fomento y ejecución del tema en ámbitos como el laboral, la falta de personal, y los prejuicios y estigmas de la sociedad que siguen llevando al rechazo de la atención psicológica o psiquiátrica profesional, especializada y oportuna.
A continuación, algunos datos:
- Los trastornos mentales, neurológicos y por el consumo de sustancias equivalen al 10% de la carga mundial de morbimortalidad y al 30% de las enfermedades no mortales.
- Alrededor de 1 de cada 5 niños y adolescentes es diagnosticado con un trastorno mental.
- La depresión es considerada una de las principales condiciones que afecta a la población mundial y es una de las principales causas de discapacidad.
- Se calcula que una persona se suicida en el mundo cada 40 segundos aproximadamente.
- Las personas con afecciones mentales graves mueren de 10 a 20 años antes que la población en general.
- El gasto en servicios de salud mental a escala mundial equivale al 2,8% de todo el gasto que se destina a la salud en general. En países de bajos ingresos el presupuesto de esta área es de apenas 0,5% de todo el presupuesto de la salud. Sin embargo, en los países de altos ingresos dicho presupuesto es de 5,1%. Esto significa que en los países de ingresos bajos se destina menos de 1 dólar per cápita al área de la salud mental, mientras que en los países de ingresos altos invierten 80 dólares per cápita a dicha área.
Por todo esto, precisamente organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Federación Mundial de la Salud Mental (WFMH, por sus siglas en inglés) recuerdan cada 10 de octubre que se debe velar por este derecho, la salud mental, y por evitar la estigmatización de las condiciones mentales y la asistencia psicológica o psiquiátrica.
No obstante, la pandemia de la COVID-19, que aún sigue desde que fue declarada como tal por la OMS a mediados de marzo de 2020, nos ha jugado una mala pasada no solo en cuanto a contagios, fallecimientos, duelo…, que ya es decir bastante, sino también en lo que respecta a cómo nos sentimos.
Estar confinados, alejados de los nuestros; sentir miedo a contagiarnos o a morir (o a que otros fallezcan o empeoren su estado de salud); perder el contacto cálido de un abrazo o un beso por el distanciamiento social; perder el empleo por la recesión económica que ha causado la pandemia en varios sectores de la economía; no tener acceso a los servicios de salud o ver que los centros sanitarios paralizaron servicios que antes usábamos; sentir el rechazo de personas por creer que, debido a nuestras profesiones u oficios (médicos, enfermeros, choferes, trabajadores de tiendas de alimentos, farmacéuticos, etc.) ―o por haber estado contagiados― también los podemos contagiar…, hicieron que nos sintiéramos temerosos, enojados, inseguros, culpables (en algunos casos), estresados, ansiosos…
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Pero a esta situación hay que sumarle otros factores que también inciden en la salud mental: pobreza, desigualdad, migración y xenofobia (también la condición de refugiado), enfermedades preexistentes, familias desestructuradas, violencia intrafamiliar, abuso sexual, acoso (escolar, laboral, digital), discriminación, racismo, abandono, duelo, adicciones…
Si bien la pandemia nos ha afectado a todos, algunos han podido ser más vulnerables. Tal es el caso de los niños, los adolescentes, las mujeres, las personas discapacitadas, los presos, los adultos mayores y las personas con enfermedades física o mentales preexistentes, como el cáncer, la hipertensión y la diabetes.
¿Qué recomendamos para mejorar la salud mental?
Las recomendaciones son importantes para labrar el camino hacia una salud mental vigorosa y fuerte. Así que ponte en marcha:
- Infórmate sobre la salud mental y ayuda a difundir información veraz.
- Crea, participa o difunde campañas, actividades y acciones conscientes que estén encaminadas a fomentar el cuidado de esta área.
- Si tienes un problema, habla, por favor: no calles. A veces no podemos solos.
- Si alguien tiene un problema y confía en ti para desahogarse, óyelo y bríndale ayuda con personal especializado. No lo juzgues ni minimices la situación.
- Evita las adicciones.
- Aliméntate adecuadamente.
- Ejercítate.
- Haz aquellas actividades que más te gusten: leer, escribir, pintar, cocinar, bailar, etc.
- Comparte y relaciónate.
- Sé solidario y ayuda al más necesitado.
- Duerme. Descansa.
- Contempla la naturaleza y cuida a los animales.
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