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Cuando los padres, cuidadores principales o los mismos profesores se sientan preocupados por comportamientos o reacciones particulares en los niños y adolescentes pueden acudir a especialistas que ayuden a determinar el caso, sus causas y cómo abordarlo

¿Cómo la psicología infantil y juvenil puede ayudar a los chicos?

Escrito por Adriana Ramirez en .

La psicología infantil y juvenil es una rama de la psicología que tiene como fin diagnosticar, evaluar, intervenir y tratar asuntos relacionados con la niñez y la adolescencia, tomando en cuenta las condiciones propias de dichas etapas de vida y tanto el desarrollo mental, emocional y social como las conductas de los niños y adolescentes. 

En este sentido, también toma en cuenta situaciones como los problemas de aprendizaje, las condiciones de salud mental y física, los problemas de comportamiento, la influencia del entorno y familiar en los sentimientos, pensamientos y conductas de los niños y adolescentes, las relaciones con los demás, las habilidades sociales, etc.

A veces los padres se pueden sentir confundidos o preocupados por situaciones que no saben cómo manejar. Por eso se recomienda, primero, estar atentos a sus hijos; segundo, escucharlos y hablar con ellos a fin de saber cuáles son sus necesidades, problemas y cambios que estén viviendo, y, tercero, acudir a especialistas que los puedan orientar sobre si se trata de casos propios de la etapa de vida del chico o si son condiciones de salud mental, de aprendizaje, discapacidad, etc., que requieren otro tipo de atención. 

Estos especialistas pueden ser de gran ayuda en la consulta privada, en las instituciones educativas, en las ONG…, ya que, partiendo de un buen análisis de los síntomas y sus causas, pueden orientar acerca de los casos, tratarlos con propiedad y conducir hacia un mejor afrontamiento ―individual y familiar― o recuperación que contribuya, a su vez, a la protección de la salud, el rendimiento en la escuela, el ánimo para hacer actividades extracurriculares y explorar otros mundos, relacionarse, fortalecer su autoestima y construir las bases de una adultez sólida. 

Hoy en día, según organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS), son frecuentes casos de salud mental en los adolescentes (pero los niños también los atraviesan). Por ejemplo, se habla de depresión, ansiedad, problemas de comportamiento, problemas alimentarios, consumo de drogas, suicidio y autolesiones, que deben ser diagnosticados, tratados y prevenidos a tiempo. 

De ahí que sea tan importante acudir a especialistas que los guíen a enfrentarlos de manera oportuna, segura, confidencial, completa y humana mediante también la escucha activa y sin prejuicios, las actividades que les permitan expresarse, aprender y mejorar, el basamento en evidencias comprobadas, la psicoeducación

Lea nuestro artículo ¿Qué es la psicoeducación?:

De lo contrario, el niño o el adolescente no recibe la ayuda que necesita y esa falta de asistencia puede llevar, primero, al desconocimiento o al no entendimiento de su caso (comportamiento, reacciones, limitaciones y dificultades); segundo, al maltrato, la frustración o la desorientación del entorno porque no sabe lo que sucede, la causa de ello ni qué hacer, y, tercero, el empeoramiento de la situación, que puede incidir en la vida y estabilidad de la persona no solo en el presente, sino también en el futuro.  

Hoy en día también vemos casos, por ejemplo, los tiroteos en las escuelas, las guerras, la inmigración, la pandemia de la COVID-19, el bullying y el mal uso de las redes sociales, que requieren interés y medidas de parte de la familia, los miembros de las instituciones educativas y del sector salud y gubernamental, e información para que los niños y adolescentes entiendan lo que ocurre, puedan fortalecerse ante la adversidad, aprender estrategias de afrontamiento, ser más resilientes, empáticos, asertivos y ayudar al prójimo.

También existen otros factores como el colegio, las condiciones socioeconómicas, la genética y el desarrollo prenatal, el desarrollo, la presión social, los roles de género, el idioma, la capacidad de adaptación, la violencia intrafamiliar, la educación en la casa, el abandono o la separación familiar y hasta los embarazos precoces que repercuten en cómo se sienten y actúan los niños y adolescentes, y que los psicólogos deben considerar.  

¿Por qué más es importante la psicología clínica infantil y  juvenil?

De acuerdo con la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés), para la psicología clínica infantil y juvenil es muy importante entender las necesidades psicológicas básicas de los niños y adolescentes y cómo tanto la familia como otros aspectos inciden en, por ejemplo, la adaptación conductual y las condiciones de salud de estos, que pueden llevar, entre otras consecuencias, al estrés, los problemas del sueño, los dolores corporales, el llanto y la agresividad.

“La especialidad de la psicología clínica de la infancia y la adolescencia comprende el estudio, la evaluación y el tratamiento de un amplio rango de problemas biológicos, psicológicos y sociales que están interrelacionados entre sí y que niños y adolescentes viven. Esto abarca, pero no es lo único, el tratamiento de problemas psicológicos, cognitivos, emocionales, del desarrollo, conductuales y familiares; la vulnerabilidad biológica; el déficit cognitivo; los traumas y las pérdidas; los problemas de salud; el estrés y el afrontamiento de los cambios debido al desarrollo, y los problemas que provienen de ámbitos sociales”, dijo la APA. 

Por otro lado, la psicóloga clínica Paola Carpio León, miembro de Superar Centro Integral de Psicología, señaló en una entrevista pasada que el abordaje de casos de niños y adolescentes da luces sobre la particularidad de cada situación y que la familia desempeña un papel clave en ello.

“Cada niño y su familia con los que he trabajado han sido un mundo diferente, y el trabajo clínico con niños apunta a escuchar esa voz particular que se manifiesta en el malestar psíquico y en los síntomas. Por lo mencionado y, debido a que los niños se encuentran en un momento de estructuración psíquica, es un trabajo que requiere mucha creatividad, escucha atenta y flexibilidad. Además, es vital el trabajo con los padres, puesto que los síntomas de sus hijos son un reflejo de las dificultades en cuanto a la relación de los padres y de la familia. Es común que los padres acudan esperando que el cambio se haga en sus hijos, pero en el camino se encuentran con la necesidad de trabajar aspectos de ellos mismos que están implicados en la relación con estos”, afirmó.

En el caso de los adolescentes, agregó que influye en gran medida la misma etapa de vida que los chicos están atravesando:

“Con los adolescentes, el trabajo también incluye a los padres, pero se diferencia notoriamente por las particularidades del momento subjetivo por el que están transcurriendo. El adolescente se encuentra en un periodo de cambios sustanciales a nivel psíquico, físico, social, y en la compleja e incómoda situación de ser demasiado ‘grande’ para algunas cosas y, a la vez, ser muy ‘chico’ para otras. En mi experiencia es vital que en la psicoterapia con adolescentes se acoja y escuche con oídos diferentes a los de sus padres o profesores y que sea un espacio en el que puedan verbalizar de forma segura sus preguntas, malestar y otros contenidos. En cuanto al trabajo que se realiza con los padres, he identificado que no solo los adolescentes ingresan a un tiempo distinto, sino que los padres también se inauguran como padres de hijos adolescentes, por lo cual con ellos trabajo en las dificultades y pérdidas que estos cambios implican, entre otros temas”. 

Lee nuestro artículo Paola Carpio León: Las visitas a los colegios permiten actuar en pro de los pacientes:

El abordaje a tiempo, profundo y concienzudo de las necesidades y carencias de los niños y adolescentes también puede conducir a la definición de su identidad como personas, integración a la familia y la sociedad, sentido de pertenencia, seguridad en sí mismos y en los demás, manejo del miedo, comunicación, capacidad de resolución de problemas y de mantenimiento de relaciones, expectativas sobre el futuro y capacidad para amar y ser amados.


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