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La buena autoestima ayudará al individuo a sentirse seguro de sí mismo, a luchar por sus metas y a conseguirlas, y a no dejarse vencer ante la adversidad

La autoestima: ¿por qué es importante?

Escrito por Adriana Ramirez en .

¿Alguna vez te has preguntado por qué la autoestima es importante? ¿Por qué lo es en todos por igual, desde nosotros mismos hasta nuestros hijos y padres? ¿Has tenido conocidos con problemas de autoestima? ¿Has conocido personas que se sientan superiores o inferiores a los demás?

Presta atención: la autoestima es un verdadero activo, lo mismo que la seguridad en uno mismo. Si tenemos una buena autoestima, es decir, si gozamos de amor propio, respeto y consideración pero de manera equilibrada (no irnos a los extremos: no caer en el egocentrismo pero tampoco en la poca autoestima); si sabemos y desarrollamos nuestras capacidades y habilidades, mas también reconocemos y aceptamos cuáles son nuestras debilidades y limitaciones, nos autoafirmaremos ante nosotros mismos y los demás, nos sentiremos capaces de enfrentar los problemas y de vencerlos, y de seguir adelante, buscando siempre alcanzar nuestros objetivos, por más difíciles que parezcan y sin atropellar a nadie.

Esto es muy importante para cualquier ser humano, sin importar tampoco factores como la riqueza o la pobreza, el credo, la orientación sexual, el sexo, la nacionalidad o etnicidad, las condiciones físicas o mentales, etc., que bien pudieran ser un obstáculo ―o un aparente obstáculo― en algún momento de la vida por cómo nos ven los demás, pero si ponemos empeño y creemos en nosotros mismos, lo podremos superar. Lograrlo, a su vez, nos nutre en cuanto a experiencia, fortaleza y orgullo.

Si gozamos de una autoestima sana, además, podremos aceptar y valorar las aptitudes de todos por igual, sin discriminación, exclusión, estigmatización ni prejuicios. 

Sin embargo, la baja autoestima sí afecta el bienestar de la persona y su entorno, y ello se ve en dificultades al relacionarse, en el estado de ánimo, en la seguridad, quizás también en problemas alimentarios y, por ende, en problemas físicos, etc.

Pero, aun cuando se tenga una baja autoestima, ¿las cosas no pueden cambiar? ¿La persona no puede alcanzar sus sueños? ¿No puede mejorar su vida y sentirse tanto pleno como feliz?

¡Sí puede! ¡Claro que puede! 

¡Todos podemos lograrlo!

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La autoestima en los niños y la salud mental

“La autoestima comienza cuando los niños y las niñas son bebés. Se desarrolla lentamente a lo largo del tiempo. Inicia cuando los niños, las niñas y los adolescentes sienten amor, seguridad y aceptación. Como van creciendo, también aumenta su autoestima, si como padres, madres o cuidadores, y los adultos que les rodean les siguen brindando amor, buen ejemplo y acompañamiento en sus logros”.

La cita anterior corresponde a Unicef, organismo que se especializa en la infancia, y el cual creó este año la campaña “¿Qué pasa por tu mente?”, con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra cada 10 de octubre

El fin es motivar a los padres a que hablen con sus hijos sobre la salud mental, su importancia en la vida, y tomar conciencia sobre cómo la crianza y los hechos que pueden suceder en las distintas etapas de crecimiento podrían incidir, por ejemplo, en la autoestima y la resiliencia en los hijos desde que son pequeños.

Para ello, da orientaciones acerca de cuáles son, por lo general, las características sociales, físicas y psicológicas de los hijos, según cada etapa en la que se encuentren, de manera que los adultos puedan entenderlos mejor y saber cómo y por qué necesitan abordar el tema de la salud mental pero sin prejuicios. 

El ejemplo, pues, es clave, dado que también tiene que ver con la necesidad de estimular, fomentar y proteger la buena autoestima y la resiliencia, y cómo los padres o los cuidadores principales ejercen un papel preponderante en la configuración de ambos factores.

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De ahí que también sea crucial que los mismos padres o cuidadores principales gocen de buena autoestima, sean honestos consigo mismos y con los demás, sean empáticos, respetuosos, afectivos, que eviten la violencia y el maltrato, que sepan resolver los problemas de manera racional, que se informen acerca de los problemas y las necesidades de los niños y adolescentes, ya que ellos también lo fueron, y que conversen con sus hijos de manera libre y constante. 

Esta misma conversación sobre la salud mental y todos los temas relacionados con los problemas, las dudas, las necesidades de los niños y los adolescentes también es muy importante en el caso de los que presentan algún tipo de condición que pueda llevar al acoso escolar, al ciberacoso, al acoso laboral, a la discriminación y, por tanto, a una baja autoestima.

Bob Cunningham, miembro de la ONG Understood, especializada en la población que tiene formas de aprender y pensar diferentes, señaló varios atributos de las niños que gozan de buena autoestima y cómo esto puede beneficiarlos en sus actividades y relaciones  diarias.

“Los niños con autoestima se sienten confiados y capaces. Se valoran a sí mismos y a sus habilidades. Se sienten orgullosos de las cosas que pueden hacer y quieren lo mejor de sí. Cuando los niños se sienten confiados y seguros es más probable que tengan una mentalidad de crecimiento. Esto significa que pueden motivarse a sí mismos para asumir nuevos desafíos y aprender de los errores. También es más probable que se defiendan y pidan ayuda cuando lo necesiten”, dijo.

A su vez, indicó que cuando los niños tiene una buena autoestima se sienten, entre otras cosas, respetados, son resilientes y se sienten orgullosos, incluso cuando yerran; son independientes, responsables de sus actos, tienen el valor de tomar buenas decisiones, incluso ante la presión de sus compañeros, y se sienten cómodos y seguros al relacionarse con otros niños.

Sin embargo, un niño puede ser una esponja que lo absorbe todo y así como puede empaparse de comentarios positivos y el reconocimiento por lo bien hecho, también puede empaparse y deteriorarse por el maltrato de los demás.

Las críticas destructivas, los chistes de mal gusto, la exclusión, las agresiones de parte de otros compañeros, padres y hasta de los mismos maestros los pueden perjudicar hasta el punto de lastimarlos física, mental y emocionalmente, y causarles estrés, depresión, ansiedad, miedo, inseguridad, etc.

“En algunos casos podrían escuchar comentarios positivos que no son sinceros. Esto puede hacerlos desconfiar de los adultos que se supone deberían ayudarlos, o que se sientan recelosos de niños que se supone son sus ‘amigos’. El resultado es que se sienten menos seguros de sí mismos y de sus capacidades. Podrían no sentirse motivados a intentar cosas que les son difíciles, y tener dificultad para lidiar con los errores. En el fondo, puede que crean que no merecen tener éxito ni un buen trato”, indicó.

Los niños con baja autoestima también pueden correr el riesgo de, entre otras cosas, ser propensos al acoso o a la burla y no defenderse, hacer hasta actos peligrosos por el solo deseo de agradar, ceder a la presión de otros y perder el interés por aprender.

Y las redes sociales cobran un papel preponderante en ello, en cómo se sienten los niños y adolescentes, en cómo actúan ante los demás y en lo que expresan o callan.

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Por eso, es tan importante que los padres o los cuidadores principales (y también los maestros) reconozcan lo bien hecho, las virtudes y habilidades de los niños y adolescentes; apoyen pero de manera realista, no sobreprotegiendo; estimulen la consecución de metas, pero, sobre todo, la persistencia y la constancia; sepan reconocer el esfuerzo; adapten los conocimientos y las herramientas a las necesidades de cada persona, y no comparen, subestimen ni agredan.  

La autoestima en los adultos mayores

Si bien es cierto que la autoestima es fundamental en todas las etapas de la vida, en la vejez se puede ver beneficiada o lastimada en gran medida.

Un adulto mayor que esté abandonado, que se sienta dependiente (o una carga) de otros, que padezca alguna enfermedad que lo incapacite, que se encuentre en una situación económica penosa, que sea blanco de agresiones o que lo exploten, etc., puede correr riesgos como la depresión, el estrés, la tristeza, la soledad, el aislamiento, el miedo y, con ello, problemas de salud, que afectarán aún más sus condiciones.

“Para algunos investigadores, la autoestima en el adulto mayor puede ser alta o positiva cuando la persona se reconoce importante para sí y los demás, tiene deseos propios, los expresa y defiende; cuando enfrenta las crisis, los cambios y las pérdidas; cuando reflexiona, busca apoyo e información y cuando busca autonomía y la disfruta. Pero también puede presentarse una autonomía baja o negativa, como cuando el adulto mayor tienen una poca aceptación de sí mismo, cuando cree que por su edad no sirve o es un estorbo, cuando no acepta los cambios en su cuerpo y se deprime, cuando es negativo, cascarrabias, pesimista, y le cuesta dar y recibir afecto”, explicó la Asociación Mexicana de Gerontología y Geriatría.

El ente agregó que es muy importante que, entre otros aspectos, el sujeto se acepte a sí mismo, haga ejercicios según sus posibilidades y otras actividades que le gusten, se cuide y sea independiente, evite la vergüenza y se ame.

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